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Analistas 03/10/2017

Los empleos del futuro

Marc Eichmann
Profesor MBA Universidad de los Andes
Analista LR

Recientemente, en el congreso de Camacol, el laureado economista Joseph Stiglitz mencionó como una de las grandes tendencias de los años a venir, la pérdida de empleo en todos los ramos de transporte en la humanidad. Taxistas, conductores de camión y de bus, pilotos de avión y maquinistas de tren perderán poco a poco sus empleos en manos de la automatización, de acuerdo con la opinión de los expertos de Sillicon Valley.

La pérdida de empleos en este sector no sería grave si no fuera porque este servicio es uno de los mayores empleadores del planeta, sino también porque es el sustento de muchos de los habitantes menos favorecidos. Por ejemplo, hoy en día, en Estados Unidos, de acuerdo con el Departamento de Transporte de ese país, uno de cada siete empleos es creado en ese sector y, de acuerdo con el Departamento de Trabajo, su sueldo promedio está 27% por debajo del sueldo promedio de ese país.

En el Reino Unido, de acuerdo con una investigación realizada por la firma YouGov para la Real Academia de Artes de ese país, la automatización y el creciente rol de la inteligencia artificial podrían impactar hasta cuatro millones de puestos de empleo en los próximos diez años, equivalente a aproximadamente 15% de la fuerza laboral. La entrada de robots en el aparato productivo se verá desde la realización de funciones especializadas en el ramo de la construcción hasta la entrega de domicilios por medio de drones.

Muchos, al leer estas premoniciones sobre el empleo, entran en pánico. Si bien la pérdida de empleos impacta negativamente a algunos segmentos de la población, el tener robots haciendo el trabajo para la raza humana debería considerarse un avance que le permite un mejor nivel de vida. Desgraciadamente, nuestro sistema capitalista requiere ante estas situaciones hacer los ajustes necesarios para redistribuir los ingresos entre los proveedores de capital y la población en general, para lo cual los gobiernos deben enfocarse en responder a las necesidades de la gente del común por encima de aquellas de los más poderosos.

En Colombia el impacto de la automatización en el empleo no será tan rápida, dado los bajos salarios mínimos del país comparado con el de las naciones mencionadas. Económicamente tiene más sentido reemplazar trabajadores cuando su sueldo promedio es cuatro veces mayor, siendo la productividad similar entre los trabajadores de bajo sueldo de los diferentes países. Sin embargo, la tendencia de automatización, que ya se ve en el primer mundo impondrá en los empleos de menor calidad un techo salarial que obliga a enfocar la economía hacia nuevos sectores en donde la intervención del ser humano aun genere valor.

Por lo tanto, deberíamos concentrarnos en la calidad de los empleos creados en vez de enfocarnos en las cifras crudas de desempleo. Con la mitad de los empleos informales en Colombia, los empleos formales cuentan con muchos empleos de bajo valor agregado como los empleos de celaduría, que podrían mejorarse con la intervención del Estado en el cumplimiento de sus responsabilidades constitucionales. Es una verdadera tristeza que, dada la incapacidad del Estado en proveer algo tan básico como seguridad a sus ciudadanos, estemos desperdiciando la capacidad de trabajo de más de 90.000 hombres y mujeres que superan en 10.000 efectivos a las fuerzas de policía del país, para proteger la honra y bienes de los ciudadanos.

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