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Analistas 11/07/2017

El turno de la vivienda

Marc Eichmann
Profesor MBA Universidad de los Andes
Analista LR
La República Más

Los recién publicados resultados financieros 2016 de las empresas del listado de la Superintendencia de Sociedades no son halagadores para la economía. Sectores como la exploración y explotación minera, las telecomunicaciones, la industria, el agro y los servicios públicos no solo tuvieron crecimientos incipientes en sus ingresos, sino que vieron afectados significativamente sus resultados operacionales.
Sin embargo, a pesar del deterioro significativo de los resultados de las empresas, el desempleo se ha mantenido en un solo dígito hasta hoy, limitando, según las estadísticas del Dane, el impacto en el día a día de los colombianos.
Aunque implica un impacto significativo en las finanzas públicas, la caída del PIB del sector minero continúa, pero no afecta significativamente el empleo. Más preocupante son las señales de caída de las utilidades de las empresas industriales, de telecomunicaciones, consumo masivo, agropecuario y grandes superficies, que terminarán tarde o temprano con la presión en sus directivos de disminuir los gastos con el fin de mantener los retornos de sus accionistas.
Otras señales tempranas que generan preocupación en la economía y el empleo son la caída en la contratación estatal por factores como el retraso en la adjudicación de las 4G y el impacto esperado del incremento en el recaudo de impuestos que, a pesar de ser necesaria para equilibrar las finanzas del Estado, no deja de impactar al sector privado generador de empleo.
Sin embargo, el factor que más provoca preocupación afecta la locomotora más importante de crecimiento de los últimos años: la actividad edificadora. A pesar de que el crecimiento del PIB de construcción de vivienda se mantuvo alrededor de 6% en 2016, la caída dramática de los últimos meses en las ventas de vivienda nuevas no presagia un futuro prometedor para este sector generador de empleo por excelencia.
En el primer semestre de 2017 se vendieron 11,2% metros cuadrados menos que en el de 2016, con caídas significativas en todos los mercados menos Barranquilla, Santa Marta y Manizales. En la vivienda diferente a la de interés social la caída de las ventas fue de 23,8%, similar a la de Bogotá, pero inferior a la de Medellín y Bucaramanga que superó 30%. El problema es que la caída en las ventas implica que no haya inmuebles vendidos por construir en el futuro, golpeando por lo tanto la salud de la economía y el empleo.
La enorme caída de las ventas de vivienda nueva preocupa porque la actividad edificadora jalona muchos sectores industriales creadores de empleo y porque la caída del primer semestre del año se ha venido profundizando en los últimos dos meses (mayo del 17 fue el peor mes en ventas de vivienda nueva en los últimos doce años). Más preocupante aún es que el remedio que normalmente ha aplicado el Gobierno de dar subsidios a las tasas de los créditos tributarios muy probablemente no tendrá efecto en un entorno en el que hay exceso de los mismos que no se han podido colocar.
La única luz de esperanza que se abre para 2018, año difícil para la industria por ser pre electoral, es que se bajen rápidamente las tasas de interés para hacer que la vivienda a plazos sea más asequible al público. De lo contrario, el país que encontrará el sucesor de Santos estará en cuidados intensivos en el frente económico y del empleo.

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