.
Analistas 23/04/2022

Un “Binomio Ecuestre”

Juan Pablo Liévano Vegalara
Exsuperintendente de Sociedades

Ahora que estamos en plena campaña presidencial, apelando a la frase de la campaña de Clinton en 1992 -“es la economía, estúpido”-, debemos pensar que el Presidente es un jinete que cabalga sobre ella y, los dos, conforman un binomio ecuestre. Un equitador, de la disciplina de salto, me dijo que el mejor jinete es el que menos interfiere con el caballo en el salto. Otro, me dijo que un buen jinete guía al caballo, pero de una manera específica, sutil y no invasiva, para sacar lo mejor de él.

Pues bien, la economía y el presidente son un “binomio ecuestre”. No son más que una pareja de atletas que deben saltar (crecer) de manera armónica y sincronizada para generarle bienestar a los ciudadanos. Al Estado, en cabeza del presidente, le corresponde la dirección general de la economía, con el propósito de sacar lo mejor de las empresas y dar pleno empleo a los recursos humanos, productivos y de inversión. El presidente, como jinete, no puede tener “mala mano” o ser pasivo o un estorbo. Debe guiar para que las empresas produzcan más, el PIB crezca, el desempleo baje y los individuos consuman. La tarea no es nada fácil. Por eso, el nuevo presidente deberá hacer las reformas estructurales pendientes. En el tema pensional, la edad de jubilación debe aumentarse a los 65 años, para hombres y mujeres. Las semanas de cotización aumentarse a mínimo 1.500. Los promedios base de jubilación deben subir de 10 a 15 años. Los subsidios a las pensiones altas deben acabarse y el tope de 25 SMLMV debe eliminarse. También hay que flexibilizar y disminuir el costo de contratación laboral y de terminación de los contratos.

Igualmente, hay que permitir cotizaciones de salud y pensiones por horas. En cuanto a la minería y el petróleo, debemos ser realistas y pragmáticos: los recursos se necesitan. Hay que eliminar todas la trabas innecesarias para la exploración y explotación de los recursos naturales. Es necesario reformar el sistema de consultas previas, que genera abusos y desincentiva la inversión. El fomento al sector agroindustrial es inaplazable. No se trata solo de ayudar a los micro y pequeños campesinos y empresarios del campo, sino sentar las bases jurídicas para facilitar y fomentar al mediano y gran empresario agroindustrial. El impuesto de renta debe simplificarse y la tarifa de renta a las empresas reducirse a no más de un 25%, eliminando el impuesto a los dividendos. Se debe generalizar el cobro del IVA. Hay que reducir los costos de logística y transacción, con mayores inversiones en infraestructura y eliminación de los trámites burocráticos sin valor.

Hay que reducir el tamaño del Estado. Entidades como la Contraloría y la Procuraduría deben ser reducidas sustancialmente, generando ahorros y otro tipo de controles para luchar contra la corrupción. Los empresarios deben contar con mejores facilidades para financiarse, por lo que se requiere urgentemente reformar el mercado de valores, las emisiones privadas y, en general, la financiación empresarial. Estas reformas, por mencionar algunas, harán que el nuevo presidente cabalgue y le saque mayor provecho a ese difícil potro de la economía.

Conozca los beneficios exclusivos para
nuestros suscriptores

ACCEDA YA SUSCRÍBASE YA