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Analistas 15/06/2023

El ejemplo de Barranquilla

Jaime Pumarejo
Alcalde de Barranquilla

En 2008 los hospitales de Barranquilla dejaban morir en sus puertas a los enfermos. Y en los colegios, los padres de familia hacían largas filas desde la madrugada detrás de un cupo para sus hijos.

Semejante drama social lo vivía 75% de los barranquilleros. Las posibilidades del Distrito eran escasas. Con un manejo fiscal responsable y el uso eficiente de los pocos recursos que teníamos a nuestro alcance, empezamos a hacer las primeras inversiones y, con ellas, vino la alianza público-privada, derivada fundamentalmente de la confianza que íbamos generando entre los ciudadanos.

Así logramos focalizar la oferta social e implementar nuevos programas para alcanzar a segmentos de la población históricamente rezagados, como lo expuse esta semana en Bruselas ante más de mil expertos, políticos y representantes de la sociedad civil de 300 ciudades que, en el marco de la Cumbre Urbana de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos, Ocde, intercambiaron ideas y establecieron prioridades para ciudades sostenibles, asequibles y habitables del futuro.

La Ocde nos escogió como uno de los 65 alcaldes campeones de los países de la organización por la manera como estamos combatiendo la pobreza e inequidad en Barranquilla y nos invitó a exponerles nuestro caso.

Ahí hablamos de cómo lograr que los ciudadanos de todos los estratos tengan acceso a la propiedad de una vivienda o cómo combatir la inflación desde las ciudades para que no afecte las condiciones de vida de la población.

Y explicamos cómo podemos convertir la educación, salud, seguridad alimentaria y vivienda en catalizadores de una revolución social, mientras vamos generando condiciones para un desarrollo económico que jalonen la reactivación de los territorios.

El presupuesto de Barranquilla, en este contexto, le dedica 72 de cada 100 pesos al bienestar de la población, gracias a lo cual hemos podido ampliar la cobertura, accesibilidad y calidad de la oferta pública.

El 72% de las viviendas de la ciudad, por ejemplo, cuenta con un centro de salud a menos de 1.000 metros, y 91 %, a un parque a menos de 1.000. Más de 10.000 jóvenes son becados cada año para cursar estudios de educación superior y 200.000 hacen parte del programa de segunda lengua que, en conjunto con el Gobierno Británico, en poco tiempo le permitirá a Barranquilla convertirse en la primera ciudad bilingüe del país.

Así, entre 2020 y 2021, a pesar del covid-19 que impuso un retroceso a la gran mayoría de ciudades, logramos disminuir la incidencia de la pobreza monetaria en 5,5 puntos porcentuales, por debajo del promedio nacional y de la capital del país, y nos ratificamos como la ciudad del país que más redujo ce la desigualdad, con un coeficiente Gini de 0,468, menor que el de Bogotá, Cali y Medellín.

Con la pandemia, de hecho, apenas 30% de los hogares barranquilleros consumía tres comidas diarias o más, según el Dane, pero logramos revertir la tendencia y en el segundo trimestre de 2023 subimos la cifra a 87%, para convertirnos en la segunda ciudad con mayor seguridad alimentaria de Colombia.

Aquí fue clave la reactivación de los sectores de la producción afectados, gracias a lo cual la economía del departamento del Atlántico, a la que Barranquilla aporta 2/3 partes, fue la de mayor crecimiento en Colombia luego de las cuarentenas (con un 15,22%). Fuimos, además, la ciudad de Colombia que más multiplicó el empleo entre 2008 y 2022 (crecimos 1,5 veces).

Falta mucho todavía. Y si bien no hay fórmulas fáciles ni lineales para superar la pobreza, en Barranquilla demostramos que sí es posible el cierre de brechas sociales con alianzas estratégicas y buenas gestión. Por eso el mundo nos considera hoy como un caso de éxito.

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