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Analistas 26/05/2023

Keynes o Hayek, ¿inflación o desempleo?

Colombia sueña con tasas de inflación y desempleo de un dígito, ojalá cercanas a 4% o 5% (hoy ambas están por encima de 10%) , tasas de interés bajas y tasa de cambio que aliente a sectores exportadores generadores de empleo, al mismo tiempo que alivie el costo de algunos bienes para consumo final y de insumos para cadenas transformadoras que dependen de las importaciones.

Soñar es fácil; resolver la compleja ecuación que impone la vida real no es sencillo; la política económica tiene menos rosas que espinas.

Después de flirtear con Mazzucato, Gustavo Petro y su líbido estatizadora, poco paciente para construir alianzas público - privadas como propone la profesora italiana, prefiere evocar al defensor del gasto público como dinamizador de la economía, que fue Keynes.

Keynes, ante la evidente trampa de liquidez de las economías en crisis, no rechazaba la emisión de dinero para financiar gasto públi- co y generar empleo. La emisión es música para los oídos de Petro. En Colombia no hay una de trampa de liquidez, por lo que una emisión de dinero detonaría una espiral inflacionaria incontenible.

Asumamos entonces que Petro, de buena voluntad y bien intencionado, cree que la generación de empleo implica tolerar algo de inflación; es ello lo que le lleva a fungir como un estatista keynesiano.

En otra orilla, en Colombia hay sectores liberales que cuentan con el fuelle amplificador de emergentes anarcolibertarios que tienen en Hayek su fuente de inspiración en materia económica.

Hayek, contradictor de Keynes, con sus tesis defendió un libre mercado en manos de empresarios y contra cualquier tipo de política monetaria expansionista; prefería tener bajo control la inflación, así ello implicara algo de desempleo y de altas tasas de interés.

En Colombia, aún hoy, colisionan hayekianos con keynesianos, tema ya superado en otras latitudes.

Lo cierto es que Colombia no puede darse el gusto de pensar en términos excluyentes entre la lucha contra la inflación tolerando desempleo, a lo Hayek, ni la lucha contra el desempleo tolerando inflación, a lo Keynes.

Nuestra política económica debe enfrentar esos dos flagelos al mismo tiempo, amén que buscar aliviar tasas de interés y lograr tasas de cambio competitivas; todo esto, exige mensajes claros para empresarios, calidad en el gasto público y el responsable manejo de las expectativas.

Si Keynes y Hayek reencarnaran hoy en Colombia y se les pidiera un concepto sobre nuestra economía, seguramente Keynes reclamaría más eficiencia, eficacia y transparencia en el gasto público y Hayek retaría a que nuestros mercados garantizaran la presencia de verdaderos empresarios y no de negociantes, legales o ilegales, cazadores de rentas privadas, públicas y sociales.

Ambos coincidirían en la necesidad de más y mejores empresarios, privados, públicos y solidarios, competentes, innovadores y comprometidos con la sostenibilidad económica, social, ambiental, energética y alimentaria.

Se mostrarían perplejos ante las distorsiones que a la economía imponen la informalidad, el narcotráfico y la corrupción; a todo se le pone precio, hasta el desprecio, y a poco o nada, se le reconoce valor.

El mejor homenaje a esos dos colosos: trascenderlos.

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