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Analistas 14/04/2023

El desafío de nuestro tiempo

Leticia Ossa Daza
Socia Directora Práctica LatAm Paul, Weiss NY

Y justo cuando el ChatGPT está en pleno furor y siendo utilizado para redactar artículos periodísticos, ensayos académicos, pasar exámenes de admisión y hasta para preparar sentencias judiciales, el Centro de Inteligencia Artificial y Política Digital presentó una acusación ante la Comisión Federal de Comercio de Estados Unidos (FTC) advirtiendo sobre los peligros de este. Acusan a OpenAI (creador de ChatGPT) de prácticas engañosas y deshonestas y pide a la FTC “investigar y prohibir dichas prácticas”.

Hace unos días, un grupo de científicos y de personalidades del mundo de la tecnología, incluyendo a Elon Musk (uno de los fundadores de OpenAI), el historiador Yuval Noah Harari (escritor de Sapiens, Homo Deus y 21 Lessons for the 21st Century), Steve Wozniak (cofundador de Apple), Yoshua Bengio (considerado pionero de la inteligencia artificial) emitieron una carta abierta pidiendo que “todos los laboratorios de inteligencia artificial suspendan inmediatamente durante al menos seis meses el entrenamiento de sistemas de IA más potentes que GPT-4 (incluido GPT-5).”

A esto se suma la avalancha de cuestionamientos que han surgido en varios países respecto a la privacidad y seguridad de la información en desarrollos basados en inteligencia artificial. Hace unos días, Italia anunció la prohibición de ChatGPT por incumplir la normativa respecto a la protección de datos de sus usuarios y Canadá abrió una investigación apoyándose en el mismo argumento -la tecnología basada en inteligencia artificial generativa (ChatGPT, Bing AI chatbot, Alphabet’s Bard) está recopilando información personal sin el consentimiento de los usuarios.

La Europol (Agencia de la Unión Europea para la Cooperación Policial) emitió un comunicado hace unos meses respecto al posible uso que los ciberdelincuentes pueden dar a ChatGPT, y Francia y Alemania han solicitado información adicional y han manifestado su preocupación.

Por si fuera poco, OpenAI está siendo amenazada con una demanda de difamación por parte de un alcalde en Australia si la compañía no corrige la descripción falsa que ChatGPT generó sobre él - la respuesta generada por el chatbot indica que el alcalde fue declarado culpable de un delito de soborno.

Si bien las preocupaciones son fundamentadas y legítimas, la solución de suspender el desarrollo de estos sistemas de inteligencia artificial parece irrealizable e imposible de hacer cumplir. Bill Gates, entre otros, ha sido vocal en defender la importancia de seguir desarrollando el campo de la inteligencia artificial y en resaltar la impracticabilidad de medidas como la prohibición.

¿Cómo permitir el desarrollo de la tecnología y al mismo tiempo cómo enmarcar ese progreso creando reglas éticas y protegiendo que no se haga uso indebido de esta? Este es el desafío de nuestro tiempo.

En una conferencia hace unos años, Harari expresó lo siguiente sobre la ética en el desarrollo de tecnologías: “las nuevas tecnologías pueden crear el cielo o el infierno. Pero no estamos seguros de cuál es cuál. La línea entre los dos es muy fina, y pueden transformarse el uno en el otro. Ahí hay un enorme poder.” Esperemos hacer buen uso de ese poder tan ilimitado como es el poder de la inteligencia humana para crear.

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