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Analistas 20/01/2022

Reactivación y normalidad

Juan Alberto Londoño Martínez
Ex viceministro de Hacienda

Desde que inició la pandemia, se han puesto de moda dos términos que debemos entender en el nuevo orden social y económico “Reactivación y Normalidad”. A partir de estos, nos quieren imponer una cantidad de obligaciones y exigir un universo de beneficios que debemos racionalizar.

Debido a los confinamientos y a las restricciones de actividades en distintos sectores que se dieron entre los meses de marzo y junio de 2020 con el fin de que mitigar el golpe sufrido por el encierro, la pérdida de empleo y la disminución de los ingresos, fue necesario que el Gobierno Nacional de una parte, comprometiera cuantiosos recursos y, de otra parte, creara un plan de alivios para las personas y empresas como la respuesta para proteger el tejido social y encender el aparato productivo. Esta fue la política de reactivación.

Perfecto. Se necesitaba una política temporal y de choque, pero ya está bueno. El efecto real de la pandemia consiste en un cambio abrupto en nuestra realidad económica y social. Las mediciones que se efectúen y decisiones que se tomen hoy, no pueden hacerse frente a un escenario pre-Covid, deben ser adelantadas con el respectivo ajuste por los efectos que la misma ocasionó. Tenemos un nuevo punto de partida y esta es la nueva normalidad.

Para medir la deuda y establecer una nueva senda fiscal, por ejemplo, debe entenderse el gasto de emergencia en que se incurrió y no se puede mirar sólo una serie histórica desconociendo la realidad. Esto aplica para cualquier otro aspecto económico o social, verbigracia, el empleo no puede observarse sin incluir los efectos que la pandemia representó, ni la calidad de la educación puede medirse desconociendo la virtualidad.

Como con los impuestos, nada más permanente que lo temporal, recordemos el 4 x Mil, pero en este caso debemos preocuparnos por todos los gastos y beneficios a personas y sectores que surgieron como respuesta coyuntural. ¿Quien será el valiente que desmonte el ingreso solidario a más de 4 millones de hogares adicionales a los millones que ya eran beneficiarios de los programas ordinarios, como familias en acción? Especial análisis requiere este programa, pues si bien, filosóficamente está bien concebido, lo cierto es que, ya sea por falta de voluntad o por cálculos políticos, este sigue ampliando cobertura sin que se reflejen sus beneficios, pues casi ninguna familia se gradúa del mismo. Según las cifras, no logra la más mínima movilidad social.

No es posible que el Estado continúe pagando parte de los salarios a cargo de los empleadores, no es sostenible. Para atender la crisis, el presupuesto de inversión aumentó en porcentajes muy superiores a los históricos y hoy se constituye en la base de los futuros incrementos. Ese gasto temporal se volvió permanente y no existen fuentes para sufragarlo. Bajo esta nueva realidad social y económica, el punto de partida para la intervención del Estado es otro, no se pueden seguir proponiendo medidas de corto plazo alegando la reactivación de nuestra economía.

Las políticas de empleo no se pueden centrar en recuperar los puestos de trabajo perdidos en la pandemia, pues ya no existen. Por el contrario, esta debe centrarse en generar diversas oportunidades laborales en distintos sectores de la producción y/o el comercio. Los dueños de oficinas para arriendo no pueden pretender que la demanda sea la misma y deben crear una nueva oferta con esos inmuebles. El trabajo remoto es un hecho y los costos de la presencialidad deben replantearse. La normalidad no es volver a 2019 como si nada hubiese pasado, la normalidad es el hoy y la reactivación no consiste simplemente en crear gastos de emergencia para volverlos indefinidos. Se requieren reformas estructurales para generar oportunidades frente a un nuevo contexto económico mundial que parte de una mayor productividad, menor necesidad de mano de obra por mayores eficiencias en los procesos productivos, que parte de un costo de vida más alto y en el que existe mayor competencia internacional por atraer nueva inversión a cada Estado ¿Estamos preparados para competir en este nuevo mundo?

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