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Analistas 18/07/2019

Bicentenario

José Ignacio López
Presidente del Centro de Estudios Económicos Anif

Estamos a pocas semanas de celebrar el Bicentenario de la campaña libertadora que selló la independencia y le dio origen a la República. Más allá de la oportunidad para recontar y recordar nuestra turbulenta historia de país joven, la fecha, simbólica por naturaleza, debe ser la excusa para pensar en el proyecto de nación que tenemos.

Con motivo del Bicentenario del grito de independencia en 2010 se creó la Alta Consejería Presidencial para el Bicentenario de la Independencia y el Departamento Nacional de Planeación (DNP) preparó el documento “Visión Colombia II Centenario: 2019”, donde se planteaba varios objetivos sobre qué tipo de sociedad deberíamos aspirar a ser en 2019, el futuro en aquel momento.

De los objetivos planteados por el DNP en dicho documento, el país ha visto un avance importante en muchos frentes, pero en ninguno progreso pleno. Una de las aspiraciones, de ese momento y de toda la vida republicana, la de alcanzar un país en paz, sigue siendo elusiva a pesar de los logros. En los últimos años el nivel de conflicto ha alcanzado mínimos históricos y el número de muertos violentos se ha reducido de forma significativa. No obstante, el país continúa con el lastre de la violencia, con la reactivación de organizaciones y bandas criminales y el inmenso reto del narcotráfico. Los avances en materia de justicia, cultura ciudadana, eficiencia y transparencia del Estado, descentralización, infraestructura e información de los ciudadanos, entre muchos otros planteados, no han sido los esperados.

El Gobierno, el sector privado, la academia y organizaciones ciudadanas deberían retomar la discusión de la visión de país, de cara a la próxima década, renovando la agenda de cambios que nos lleven a conseguir los objetivos iniciales y más básicos, como la profundización del modelo democrático, y algunos renovados debido a los desafíos que ahora nos enfrentamos.

Una agenda de proyecto de país debería discutir el papel de Colombia en el escenario mundial frente al cambio climático, la inserción del país a las cadenas de valor global que le permitan tener una economía mucho más productiva y diversificada, así como planes para pensar ciudades mejores organizadas desde el punto de vista productivo, ambiental y social. Para esto es importante avanzar en la discusión sobre una estrategia de crecimiento que defina si el país debe apostarle prioritariamente a un modelo agroindustrial o a una economía de servicios o industrial.

Otros aspectos importantes son el cambio tecnológico, la automatización y el cambio demográfico. Como las cifras del último censo muestran, Colombia se ha venido envejeciendo a un ritmo acelerado. El envejecimiento de la población, la reducción del tamaño del hogar, y las nuevas tecnologías, son desafíos no solo para las políticas públicas diseñadas con una demografía distinta, como el sistema pensional, sino para el aparato productivo y la estructura económica.

En un país acostumbrado a las discusiones de coyuntura del día a día, la celebración de 200 años de vida republicana no debería pasar desapercibida. Más allá de una renovación del sentimiento nacionalista o de un repaso de nuestra historia, deberíamos hacer un esfuerzo de diálogo entre todos para avanzar en una agenda que responda no solo a los objetivos básicos como país, sino también a los nuevos retos que enfrentamos.

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