.
Analistas 15/02/2023

La batalla por los chips

Hernán David Pérez
Asesor en transformación digital y productividad

Durante años el libre comercio pretendió catalizar las relaciones políticas entre países ideológicamente opuestos, logrando avances importantes en las relaciones con países de la antigua órbita comunista, pero sin alcanzar la plena armonía global; justamente el reciente discurso del Estado de la Unión del presidente Joe Biden enmarca una visión bipartidista de los EE.UU. para volver a ser líderes globales en la manufactura, pero que de forma velada significa dar unos pasos atrás en el libre comercio. En su discurso Biden enfatizó en tres elementos centrales de la nueva política industrial de los EE.UU.: la manufactura de semiconductores -chips-, el desarrollo de tecnologías y bienes de consumo energéticamente eficientes, y la generación de empleo en la manufactura dentro de Estados Unidos. En esta columna profundizaré acerca del primero.

Biden resaltó que “EE.UU. fabricaba casi 40% de los chips del mundo. En las últimas décadas perdimos nuestra ventaja y sólo producimos 10%. Todos vimos lo que ocurrió durante la pandemia cuando cerraron las fábricas de chips en el extranjero”, y precisamente la ruptura del suministro de chips en la pandemia se convirtió en un llamado a la acción a los políticos para recuperar la autonomía en la manufactura de tecnología avanzada, dando como resultado la promulgación de la ley bipartidista “Chips and Science”, la cual otorga subvenciones y subsidios de US$52,7 billones en cuatro áreas alrededor de los chips: investigación, desarrollo tecnológico, fabricación dentro de los EE.UU., y preparación de la fuerza laboral en las áreas Stem (por las siglas en inglés de: Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas).

El pasado octubre, esta política fue acompañada de restricciones a la exportación de artículos de computación avanzada y fabricación de semiconductores a China, con el fin de no continuar acrecentado el desarrollo tecnológico de China a expensas del know how de Occidente, y recientemente, en la primera semana de febrero, Japón y Países Bajos indirectamente se adhirieron a esta restricción al suspender la exportación hacia China de equipos para la manufactura de chips.

Este escenario queda incompleto sin mencionar a Taiwan, pues en la isla tiene base Tsmc, el mayor fabricante de chips del mundo, con cerca de 60% del mercado global -para darle sentido a esta cifra, basta mencionar que la Opep controla una magnitud similar del mercado de crudo-, y nos ayuda a entender que las tensiones entre China y EE.UU. van más allá del control político de la isla, y pasan por asegurar la supremacía del mercado global de chips, precisamente, Tsmc está apalancándose en la ley “Chips and Science” para construir sus dos primeras plantas en EE.UU. con una inversión de US$40 billones.

Esta batalla también impactará a Latinoamérica, y las industrias usuarias de semiconductores deberán considerar en sus matrices de riesgo un entorno incierto en el mediano plazo para el suministro de chips desde China, pues tal como lo mencionó Biden, el objetivo es solo uno: “Miren, seamos claros: ganar la competición con China nos debería unir a todos.”

Conozca los beneficios exclusivos para
nuestros suscriptores

ACCEDA YA SUSCRÍBASE YA