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Analistas 03/06/2023

¡Que anacrónico decir sirvientas!

La semana que termina en Colombia es una de más movidas que hemos vivido, en términos políticos, en los últimos meses, jornadas marcadas por noticias de malas prácticas de los funcionarios que gobiernan al país; dinero sin procedencia clara, abuso de poder, interceptaciones telefónicas, choque de intereses e insultos al por mayor. Sólo me detendré en lo último porque me llama la atención lo desconectada con la actualidad que puede estar una persona, solo oyendo las palabras que utiliza para atacar o defenderse en una situación compleja o crítica. ¿Cómo una senadora le puede decir a una empleada que se gana la vida dignamente, sirvienta?

Un insulto anacrónico que desdice de una veterana senadora, Clara López, también ex alcaldesa de Bogotá, que (sobra decirlo), tal vez vivió en otra época en la que se humillaba a las personas que prestaban un servicio doméstico. Quizá una de las labores más dignas que hay en el mercado de la informalidad colombiana. Arreglar una casa, limpiar un apartamento, cuidar niños o ancianos, cocinar para una familia, facilitar las labores caseras a una pareja, a unos solteros u otras personas que lo necesiten, son labores dignas mal remuneradas que en otros países son más valorados que en un país subdesarrollado como el nuestro.

Se le olvida a la senadora que usó la palabra “sirvienta” de manera despectiva, que miles de sus compatriotas colombianos, que emigran al exterior, solo encuentran trabajo en quehaceres domésticos a los que ella llama de “sirvienta”; labores que son muy bien remunerados allá, difíciles de desempeñar en cualquier lugar y en la mayoría de los casos desagradecidos.

No es para nada un insulto sacar a relucir la actividad con la que una persona se gana la vida; el insulto es para quienes demeritan una manera de ganarse la vida. Incluso, una de las cosas más meritorias de la historia reciente, es el caso de la vicepresidenta, Francia Márquez, quien en sus años de juventud tuvo que trabajar como empleada doméstica para pagarse la universidad y posteriormente graduarse como abogada, y ahora tiene el segundo cargo público más importante del país; y fue por elección popular, no por nombramiento.

“Dime que insultos usas y te diré quién eres”; jamás insulto a nadie, pero el episodio me llegó al alma, fue además de injusto, muy anacrónico, obsoleto, y no es un tema que necesariamente quepa en “La Cartera de Dominica”, título de mi columna semanal, pero si no fuera por esos trabajos informales que nos hace más fácil la vida, pocos pudiéramos realizar otro tipo de labores más demandantes de tiempo y sofisticadas; es el mejor ejemplo o la máxima expresión de la economía del cuidado, que no es gratis, pero si denigrado por algunas personas que no valoran las ocupaciones no intelectuales, las que se hacen con las manos y mucho sudor, como el de las empleadas del servicio a quienes debemos siempre agradecer su ayuda.

Que el episodio le sirva a esas personas que soportadas en sus status económico, social o de poder, atropellan a otras, humillándolas por su labor o sus ingresos. La situación me pareció un poco del estilo “usted no sabe quien soy yo”, olvidando que hay más de medio millón de empleadas doméstica que esperan de los políticos buen trato y reconocimiento profesional.

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