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Analistas 26/04/2022

¿Rebrote inflacionario transitorio?

Alejandro Vera Sandoval
Vicepresidente técnico de Asobancaria

Este año inició con una preocupación que las nuevas generaciones desconocían: un persistente rebrote de la inflación. A marzo de 2022, la inflación año corrido marcaba 4,3%, superando ya el techo de la meta del Banco de la República (BR) para todo el año (4%), y la lectura anual llegaba hasta el 8,5%, valor que no se veía desde 2015, aunque en ese momento se sabía que se disiparía tan pronto pasara el primer efecto del choque petrolero y su incidencia en la TRM.

Esa tendencia creciente se explica en 90% por cuatro grupos de la canasta del IPC. La mitad del efecto proviene de la inflación de alimentos que llegaba a 25% a marzo de 2022. En este caso, la comida fuera del hogar, la carne (de res y ave) y la papa son los principales responsables. A esto hay que sumarle la inflación de servicios públicos (electricidad), de restaurantes y hoteles (efecto indirecto de alimentos) y de transporte (precio de los vehículos).

Hay varias razones para este rebrote. Estimaciones informales muestran que una tercera parte proviene de excesos de demanda. La natural reactivación económica de 2021-2022 luego de la contracción de 2020, por los confinamientos de inicio de la pandemia, ha llevado a niveles de consumo y gasto crecientes, exacerbados por importantes niveles de liquidez otorgados por los principales bancos centrales del mundo. Por ejemplo, los países de la Ocde tuvieron una contracción del PIB de 4,7% en 2020 para luego recuperarse a niveles de 5,3% en 2021. En Colombia, luego de la contracción de 7% en 2020, la economía rebotó a 10,6% en 2021. Esto ha sido impulsado por crecimientos de dos dígitos en los niveles de consumo privado y público.

Las mismas estimaciones informales muestran que 50%-60% de esas presiones inflacionarias provienen del lado de los costos (oferta). A nivel internacional, la disrupción en las cadenas globales de valor que generó la pandemia elevó los fletes. Referentes internacionales de fletes marítimos muestran que, pese a correcciones recientes, el flete todavía es cuatro veces superior al de inicios de 2020 y si se incluye el traslado de contenedores este se eleva un poco más. Además, con el conflicto Rusia-Ucrania los precios de los commodities se elevaron significativamente. Esto se refleja en una inflación de insumos (IPP) que llegaba a 22% en marzo. A lo anterior se suman factores locales como la lenta recuperación de las cadenas de distribución luego de los bloqueos del año pasado y algunas condiciones climáticas.

Ante esto, acciones del gobierno para reducir los aranceles de insumos (que se podrían profundizar), de los hogares sustituyendo por bienes más económicos, del BR subiendo su tasa de interés de referencia en 325 puntos básicos, y la posible reducción de los choques externos llevaría a que la inflación se desacelerara, aunque cerraría por encima de 6% este año. Solo regresaría a 4% (dentro del rango meta del BR) al final de 2023. Estos elementos y el cierre de la brecha del producto a finales de este año (diferencia entre el PIB observado y el PIB potencial de la economía) dan para pensar que el BR tendría que hacer nuevos incrementos importantes en su tasa de interés. Claramente esto podría afectar la dinámica económica y el empleo, pero no hacerlo arriesga a que no se anclen las expectativas de los agentes, y el choque inflacionario, que muchos estiman de 24 meses, se vuelva permanente.

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