.
EDITORIAL

La mujer y la economía del cuidado

miércoles, 8 de marzo de 2023

Decir que el aporte de la mujer a la economía es cada vez mayor es desconocer que el pilar de la sociedad es la economía del cuidado por décadas entregado de facto sólo a las madres

Editorial

El mayor insulto a las mujeres es plantear que sólo ahora -hace un puñado de años- entraron al mercado laboral y argumentar que cada día se ven más mujeres trabajando en la calle, dos planteamientos simples, sesgados por la cultura machista que sólo veía el aporte femenino en la economía cuando desempeñaban trabajos por fuera del hogar, en fábricas, oficinas, universidades, entre otras fuentes formales de empleo.

La economía del cuidado no se muestra como debería en el PIB de cada país porque no se le considera en sus cuentas nacionales con el peso real, la gran revolución social se dará cuando quienes llevan las estadísticas le pongan números al cuidado del hogar con todos sus diversos componentes: cocinar alimentos, realizar limpieza, criar hijos, vestir, acompañar, ejecutar la logística que tiene un hogar eficiente; son tareas invisibles a las que nunca se les ponen números reales, son sólo cosas que se hacen y tácitamente son dejadas para que las mujeres las realicen.

Por lo general se llama “padre cabeza de familia” a quien responde por el dinero que se consume en los gastos del hogar, pero nunca se refiere a las actividades “no remuneradas” que representan la “economía del cuidado” en su interior.

La verdadera igualdad en una economía empieza por reconocer las cargas de trabajo en las familias que son las fábricas de individuos; si un país asimétrico en muchos aspectos como Colombia no avanza en ponerle números a la economía del cuidado que se realiza en más de 14 millones de hogares, la disminución de la desigualdad se queda en términos de ingresos o en la pobreza multidimensional.

Este Gobierno Nacional, que es distinto y que se precia por hablar de desigualdad, debería ser más revolucionario y dar un ejemplo de que ha tomado por los cuernos un problema vanguardista como es la economía del cuidado y hacer que el Dane lleve una estadística confiable que afecte el PIB.

Es mucho más disruptivo profundizar en la economía del cuidado que andar por el mundo tratando de legalizar la droga. Colombia es un país de mujeres trabajadoras, no sólo las grandes ejecutivas que hoy pelean por estar en juntas directivas y en cargos de relevancia en las empresas, sino esas mujeres que sacan adelante hogares desestructurados como madres cabeza de familia e incluso esas otras mujeres que siendo grandes ejecutivas generan economía del cuidado y además salen a sus oficinas a aportarle al PIB con número reales.

Nunca sobra regalar flores el Día de la Mujer, resaltar a las mujeres que le aportan al país de manera elocuente, pero además debería haber toda una cruzada nacional para destacar, visibilizar y reivindicar la economía del cuidado que ha estado desde siempre en manos de madres y abuelas, más todas las antepasadas que construyeron los hogares de las familias colombianas.

Hay una deuda histórica que debe pagarse con reconocimiento generoso y concientizar a los más jóvenes que el hogar también es un trabajo opacado por el amor desinteresado de una remuneración.

El nuevo Ministerio de la Igualdad, más allá de los acentos feministas que le dieron origen, debe tomar esta bandera de las tareas invisibles no remuneradas que en adelante deben ser vistas de otra manera para que haya absoluto conocimiento de que hay construcción igualitaria de país cuando se reconoce el verdadero papel de la mujer.

Conozca los beneficios exclusivos para
nuestros suscriptores

ACCEDA YA SUSCRÍBASE YA

MÁS DE EDITORIAL

Editorial 15/10/2024 Crecer el empleo formal, una meta sin doliente

La informalidad laboral se mantuvo en 56% durante el trimestre entre junio y agosto, un flagelo para las familias al que el Ministerio de Trabajo no le pone la suficiente atención

Editorial 12/10/2024 La crisis del lujo que recorre el mundo

La economía aún no interioriza las secuelas del covid, la crisis de la moda tiene su origen de la destorcida de la pandemia y cómo el consumo conspicuo está tocando fondo