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Nadie puede negar que la tributaria está en discusión plena y que el Gobierno ha logrado sensibilizar sobre la necesidad de obtener recursos frescos para financiar la pandemia
Lo distinto de esta tercera reforma tributaria del Gobierno Nacional es que se discutirá en un mes muy distinto a diciembre, tal como sucedió con todas las anteriores, época que ayudada a desvanecer el impacto de los tributos que se sentían en la llamada cuesta de enero, el conjunto de subidas de impuestos, precios, tarifas y tasas que ocurren al comienzo del año. Todos en la Administración Central han ayudado a que la percepción generalizada sea que es una tributaria necesaria para pagar las deudas que nos deja la pandemia y ayudar a los más necesitados con subsidios, al tiempo que es un mensaje claro a las calificadoras de riesgo y la banca multilateral de que aquí se están haciendo las cosas bien. En ese orden de ideas, pueden lanzarse un puñado de ‘ideas fuerza’ en la que gremios, congresistas y gobierno, en su orden de discusión, aúnen esfuerzos, logren consensos y distribuyan unos pocos nuevos impuestos hasta que llegue un nuevo Gobierno Central y enfrente los retos futuros que le impondrá el país.
La primera ‘idea fuerza’ es “hay que salir de activos improductivos”. Es urgente que el Gobierno Nacional sea eficiente y logre vender propiedades en manos de la Sociedad de Activos Especiales (SAE), entidad vinculada al Ministerio de Hacienda que puede aportar más de $2 billones en enajenación de bienes decomisados especialmente a delincuentes. La entidad prometió que este año concretaría la venta masiva de inmuebles, unos 5.000 activos que valen más $1,4 billones en una subasta internacional, en la cual había fondos de inversión interesados.
“El mundo debe ayudar”, podría ser una segunda ‘idea fuerza’ que tiene que ver con la iniciativa global de establecer un impuesto mínimo internacional a las empresas multinacionales que está liderando la Ocde, de la mano con EE.UU., cuna de las grandes corporaciones que más se han beneficiado de la pandemia. El llamado “impuesto mínimo global” de 21%, puede ser una realidad local, si el país se monta en esta discusión. Arrancaría con cobrarle impuestos a empresas como Google, Netflix, Amazon o Facebook que poco o nada contribuyen en el país.
Una tercera idea que puede darle fuerza de consenso a la tributaria podría enunciar que es “un momento para ser solidarios”, que aluda a mantener temporalmente el impuesto al patrimonio en las mismas condiciones actuales por un par de años. Consenso al cual se pueden subir los pensionados de más de $7 millones que son pocos en Colombia y que gozan de mesadas hasta de 100% de su último salario soportados en los subsidios de Colpensiones, quizá el momento de solidaridad les haya llegado.
La cuarta ‘idea fuerza’ es “todos ponen, empezando por el Gobierno” y tiene que ver el plan de austeridad que no solo congela los salarios de los servidores públicos, sino que empuja a vender activos en manos de los ministerios que siempre pasan invisibles en estos momentos. También debe apurarse la eliminación de agencias e institutos en los que se duplican las funciones. Y lo que tampoco es menor, es acabar con los llamados productos exentos, pues a los ojos de los expertos allí radica gran parte del rompecabezas tributario, pues este “orangután” crece en cada reforma y nunca nadie había sido capaz de enfrentarlo. Esa ‘idea fuerza’ sería: “muerto el perro, muerta la rabia”.
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