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Por primera vez desde el restablecimiento de la democracia, el socialismo catalán se impone en escaños y votos en unas autonómicas
"Cataluña abre una nueva etapa", proclama el socialista Salvador Illa al celebrar su victoria electoral.
Doce años después del inicio formal del procés, los catalanes han dicho basta en unos comicios autonómicos, los de ayer, que fueron históricos por diferentes razones.
El PSC de Salvador Illa se impuso con claridad y logró 42 escaños de los 135 que estuvieron en juego. Por primera vez, los socialistas catalanes ganaron unas elecciones en votos y escaños. En 2017, se impuso en papeletas y empató en diputados con ERC; y en 1999 y 2003, y de la mano del expresident Pasqual Maragall (2003-2006), consiguieron más apoyos pero la extinta CiU les adelantó en representantes.
Otra novedad fue el fuerte varapalo que la ciudadanía ha dado a los partidos independentistas, lo que supone toda una novedad. Desde las segundas elecciones catalanas tras la recuperación del autogobierno, las de 1984, hasta ayer, la suma de las formaciones nacionalistas siempre había alcanzado mayoría absoluta en escaños. A ello ha contribuido la ley electoral vigente, que permite que sea mucho más fácil obtener un escaño en sus feudos, Girona y Lleida, y no en las áreas más pobladas y más reacias a la secesión, Barcelona y Tarragona.
Concretamente, la suma de las tres formaciones que desde 2012 han impulsado el procés y que llegaron a proclamar unilateralmente la secesión, Junts+, ERC y la CUP, consiguió este domingo 59 escaños. Hasta ahora, tenían 71 representantes.
Tampoco consiguió evitar su declive la irrupción de un nuevo partido ultraderechista, islamófobo y partidario de la secesión unilateral, Aliança Catalana. Esta formación consiguió dos escaños, muy lejos de los pronósticos más favorables, que les daban hasta siete parlamentarios. En cualquier caso, tanto ERC como la CUP se comprometieron a alcanzar un "cordón sanitario" a este nuevo partido y a Vox pese a que sus votos fueran decisivos. El PSC y los comunes también suscribieron esta declaración.
El gran derrotado de la noche es ERC, que sufrió un desplome, al pasar de 33 diputados a 20. En 2021, por primera vez, el partido presidido por Oriol Junqueras y que presentó al mandatario autonómico en funciones, Pere Aragonès, como candidato a la reelección, alcanzó la presidencia de la Generalitat. Lo hizo con los votos de la CUP y los neoconvergentes. Estos últimos acordaron romper con ERC en otoño de 2022 y, desde entonces, los republicanos gobiernan en minoría. Con la ruptura de neoconvergentes y republicanos, los de Aragonès se han situado ante la opinión pública como responsables de polémicas como la sequía o los malos resultados en educación.
Está por ver ahora qué hace ERC, ya que sin su apoyo, Illa no va a poder gobernar. Ayer, el president de la Generalitat en funciones, Pere Aragonès, aseguró que le corresponde "al PSC y a Junts+" tomar la iniciativa. Los neoconvergentes lograron 35 diputados, tres más, prometiendo el regreso de su líder, eurodiputado y artífice del fallido salto al vacío de 2017, Carles Puigdemont. Se prevé que en las próximas semanas el Congreso apruebe de forma definitiva la ley de amnistía, la gran concesión que ERC y Junts+ arrancaron al Psoe a cambio de facilitar su continuidad en La Moncloa tras las elecciones generales de julio, en las que ganó el PP. Sin embargo, ello no asegura que Puigdemont regrese.
Si cuando esta norma esté en vigor alguno de los jueces que se encargue de aplicarla formula una cuestión prejudicial a los tribunales comunitarios, quedará suspendida automáticamente a la espera de su fallo. Sin embargo, ningún partido ha querido interpelar a Junts+ sobre esta cuestión: el PSC, por no poner en un aprieto a los independentistas, cuyos votos necesita en el Congreso; ERC y los neoconvergentes, por no explicar que su gran conquista de la legislatura es un asunto mucho más complejo de cómo lo han vendido a sus bases, y el PP, porque sabe que esta polémica aún tiene recorrido.
El buen resultado de los socialistas en Cataluña contrasta con el desgaste que sufre el Gobierno en muchos otros puntos de la geografía española, por lo que el propósito de los populares es convertir las elecciones europeas de junio en una primera vuelta de un eventual adelanto de las generales. Algo similar va a intentar hacer el independentismo tras su debacle de este domingo.
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