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El próximo año a Colombia le espera una contienda electoral, un panorama macroeconómico en recuperación y la renta fija clave en inversión
(Las proyecciones de analistas y centros de investigación corresponden a las disponibles al cierre de esta edición).
La economía entra al año electoral con un balance de riesgos sesgado a la baja, dominado por la incertidumbre política, el deterioro fiscal y las tensiones externas
La economía colombiana llegaría a 2026 con un panorama de luces y sombras. Los fundamentales macroeconómicos apuntan a una continuidad del proceso de recuperación iniciado tras la desaceleración de los últimos años, aunque con desequilibrios estructurales que limitan el crecimiento.
El consenso de analistas y centros de investigación anticipa un mayor dinamismo del PIB, un mercado laboral que se mantendría relativamente sólido y una inflación que, aunque descendería gradualmente, permanecería por encima de la meta del Banco de la República.
Con base en un ejercicio propio, LR consolidó las proyecciones de 11 entidades financieras y centros de análisis para construir un promedio de los principales indicadores macroeconómicos de 2026. Si bien no todas las instituciones participaron en todos los indicadores, el ejercicio permite trazar una hoja de ruta sobre el comportamiento esperado de los fundamentales de la economía.
Según el promedio de las estimaciones, el PIB crecería 2,9% en 2026, un ritmo superior al de 2025, pero aún lejos del promedio prepandemia (3,7%). El crecimiento seguiría sustentado, principalmente, en el consumo de los hogares, favorecido por un mercado laboral resistente, por mayores ingresos reales y por el flujo de remesas, que hoy ya representa aproximadamente 4% del PIB total.

Sin embargo, analistas coinciden en que este patrón es insuficiente para elevar el crecimiento potencial. La inversión continuaría rezagada, con tasas cercanas a 17%-19% del PIB, afectadas por la debilidad en sectores intensivos en capital como construcción y minería.
La inflación promedio para 2026 se ubicaría en 4,4%, todavía por encima del rango meta del Banco de la República (2%-4%). Aunque el proceso desinflacionario continuaría, este sería más lento de lo esperado, afectado por una elevada indexación, un alza del salario mínimo y la persistencia de presiones en el componente de servicios.
Los arriendos, educación, salud y servicios intensivos en mano de obra seguirán actuando como un “piso inflacionario”, mientras que los alimentos mostrarían moderación más clara en la segunda mitad del año.
El promedio de proyecciones sitúa la tasa de intervención del Banco de la República en 9,4% en 2026, reflejando una postura monetaria aún restrictiva. Si bien algunos analistas prevén recortes graduales hacia el final del año, otros no descartan, incluso, incrementos adicionales si la inflación repunta o si las expectativas se desanclan. La combinación de inflación persistente, fuerte indexación salarial y un cierre más rápido de la brecha del producto limita el margen de maniobra del banco central. En consecuencia, las tasas reales se mantendrían altas, encareciendo el crédito y reforzando el atractivo de renta fija para hogares e inversionistas.
La tasa de desempleo nacional promediaría 9,1% en 2026, manteniéndose en un dígito y cerca de los mínimos recientes. No obstante, la informalidad seguiría siendo uno de los principales desafíos, con más de la mitad de los ocupados fuera del sistema formal.
El mayor dinamismo de la demanda interna se traduciría en crecimiento de las importaciones de 4,9%, superior al avance de las exportaciones (2,7%), ampliando el déficit comercial. Como resultado, el déficit de cuenta corriente alcanzaría 3% del PIB, financiado por inversión extranjera directa y remesas.
El precio promedio del petróleo Brent se ubicaría en US$60 por barril, un nivel inferior al de años anteriores, lo que reduce el impulso externo para una economía aún dependiente de los ingresos mineroenergéticos.
El peso colombiano cerraría 2026 alrededor de $3.947 por dólar, según el promedio de las proyecciones. La moneda estaría respaldada por un dólar global más débil y el atractivo del carry trade, aunque el deterioro fiscal y el ciclo electoral introducirían episodios de alta volatilidad cambiaria en el año.
El frente fiscal sigue siendo el talón de Aquiles de la economía colombiana. El déficit fiscal promedio se ubicaría en -6,6% del PIB en 2026, un nivel que dificulta la estabilización de la deuda pública, estimada cercana a 60% del PIB. La prolongación de la cláusula de escape de la regla fiscal, el bajo recaudo tributario y la rigidez del gasto mantienen encendidas las alertas. Los analistas coinciden en que el rumbo fiscal de la próxima administración será determinante para la sostenibilidad macroeconómica más allá de 2026.
(Las proyecciones de analistas y centros de investigación corresponden a las disponibles al cierre de esta edición).
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