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El próximo año a Colombia le espera una contienda electoral, un panorama macroeconómico en recuperación y la renta fija clave en inversión
Mapa ideológico en los gobiernos de Suramérica.
Sin un gobernante que envíe señales de disciplina fiscal y articulación con empresas, la economía apenas se expandiría 2%. Las apuestas están divididas
El péndulo político se ha movido en Suramérica y el mapa ideológico muestra un rebalanceo que deja a la región casi equiparada entre gobiernos de izquierda y derecha.
La recomposición más reciente vino por cuenta de la elección presidencial de José Antonio Kast en Chile, otro país que optó por no darle continuidad al progresismo. El tablero se sacude mientras Colombia se aproxima a su cita con las urnas para elegir al sucesor de Gustavo Petro.
¿Colombia hará un giro o se quedará en el mismo carril? Las estimaciones entre analistas políticos son divididas. Lo cierto es que habrá dos escenarios posibles y dos distintos efectos para los fundamentales macroeconómicos del país.

Alexánder Ríos, CEO de Inverxia, indicó que las elecciones de 2026 son el principal factor de riesgo para el desempeño de la economía nacional y, dependiendo de los resultados, “el Producto Interno Bruto, PIB, podría oscilar drásticamente entre 2,0% y 3,5% para 2026”.
Según sus proyecciones, en un escenario neutro, el crecimiento del PIB puede ser de 2,9%. Sin embargo, ante una potencial reelección de una izquierda radical, la expansión económica sería de 2,0%. Si se presenta una transición, el incremento sería hasta de 3,5%, es decir, entre ambas orillas ideológicas hay una brecha de 1,5 puntos.
Aquí la clave radica en la incertidumbre existente: el actual Gobierno, por ejemplo, incrementó el desbalance entre los ingresos y los gastos, y la ineficiencia hacendística ha derivado en dos intentos fallidos de sacar adelante una reforma tributaria.
Un gobernante que continúe la misma línea, desde la óptica de los especialistas, causará la recurrencia de cambios en los estatutos tributarios y, en medio de ese panorama, puede profundizarse la caída en la inversión extranjera directa, el aumento en la prima de riesgo y una fuga de capitales que empujaría la cotización del dólar hacia arriba; un coctel que lastraría la generación de riqueza.
El panorama cambia si el presidente entrante lanza señales de disciplina fiscal, estabilidad jurídica y voluntad para trabajar colaborativamente con el tejido empresarial.
De los trece países que conforman el mapa de Suramérica, seis giraron a la derecha. En Argentina, Javier Milei, venció al peronista Sergio Massa en las elecciones de 2023.
Rodrigo Paz Pereira asumió la presidencia de Bolivia este mismo año y puso fin a casi dos décadas de una administración nacional en manos del Movimiento al Socialismo. Daniel Noboa, en Ecuador; José Jerí, en Perú; y Santiago Peña, en Paraguay, completan el bloque de derecha en el vecindario.
El grupo de izquierda está conformado por Luiz Inácio Lula da Silva, en Brasil; Luis Lacalle Pou, en Uruguay; y Nicolás Maduro, en Venezuela.
“Desde la pandemia, en América Latina, la tendencia ha sido hacia la derrota de la fuerza política oficialista”, comentó Yan Basset, especialista en estudios de la democracia.
Energía, salud, seguridad e infraestructura son tareas que el próximo Gobierno deberá atender con especial atención. En el primer frente, hay retrasos en proyectos de generación y el gap entre oferta y demanda de luz cada vez se estrecha más; en el segundo, se agudizó la crisis financiera y los problemas de caja en las EPS provocaron un aumento en las quejas por falta de atención y una potencial caída sistémica. Los líos de orden público tienen tensionado al sector privado y se necesita la estructuración de nuevas obras de quinta generación.
La estabilidad de los commodities abre un canal inflacionario. Menos presiones en energía y alimentos importados ayudarían a contener el costo de vida en 2026
La economía entra al año electoral con un balance de riesgos sesgado a la baja, dominado por la incertidumbre política, el deterioro fiscal y las tensiones externas
Sin inversión, con déficit fiscal, inflación, y alta informalidad, en el mediano y largo plazo se impactará el crecimiento económico que se necesita para avanzar de forma sostenible en la superación de la pobreza.