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Analistas 20/01/2014

Costo económico de los paros de 2013 en Colombia

Sergio Clavijo
Prof. de la Universidad de los Andes
La República Más
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Anif había comentado meses atrás que el cúmulo de paros sectoriales del primer trimestre de 2013 le habían representado a Colombia una pérdida económica cercana a los $900.000 millones, cifra equivalente a 0,8% del PIB de ese periodo.

Además, esos paros generaron seria desestabilización institucional, con abrupta caída en la aprobación del gobierno, descendiendo en su peor momento  de 70% a cerca de 25%.  Dichos paros forzaron al gobierno a asignar cerca de $1,5 billones de recursos del Presupuesto de la Nación para atender clamores del sector cafetero y transportador, entre otros, lo cual requirió tener que postergar, para el 2015, el inicio del desmonte del Impuesto a las Transacciones Financiera (4x1.000), según Ley 1694 de 2013.

Lo malo es que esa delicada situación socio-económica volvió a repetirse y, con mayor virulencia, durante el tercer trimestre del año, cuando se dio el Paro Nacional Agrario, generándose traumáticos bloqueos a la actividad económica. Paradójicamente, el PIB-real del tercer trimestre del 2013 creció a tasas favorables de 5,1% anual, superando así los pronósticos de 4% - 4,5% que venía manejando el mercado para dicho trimestre. 

Podría pensarse entonces (erradamente) que dichos paros no hicieron mella a la actividad económica, cuando las cifras indican que las “sorpresas” de crecimiento estuvieron focalizadas en el buen desempeño de la construcción (+21,3% vs. +7,3% esperado), tanto en edificaciones (+24,8% vs. +8,2%) como en obras civiles (+18,6% vs. 6,5%), sectores poco afectados por estos paros. Pero inclusive la producción agrícola tuvo buen crecimiento (+6,7% anual) en el tercer trimestre, lo cual señala que se trataba de un problema de rentabilidad causada por los excesos de producción en algunos sectores. Pero no nos llamemos a engaño: los paros del 2013 tuvieron negativos efectos socio-económicos, particularmente en los sectores del transporte, creciendo solo 2,9% anual, mientras que el sector del carbón (-5,5%) se vio fuertemente afectado, particularmente durante el primer trimestre del 2013.

Vale la pena entonces intentar cuantificar los costos económicos, en términos de menor crecimiento, que acarrearon los paros del primer y del tercer trimestre del 2013 (en su conjunto). De esta manera las autoridades medirán la importancia de tomar acciones precautelativas al respecto, pues de dichos paros no sale nada bueno, ni en materia económica ni en lo institucional.

En agosto de 2013, pequeños y medianos productores de café, papa, panela, leche y arroz realizaron paros para exigir apoyos a sus sectores. En algunos casos se consiguieron “compras directas” de sus cosechas, que paradójicamente fueron redireccionadas hacia otros departamentos, tras las compras por parte del gobierno. En el caso del café las protestas exigían ampliar los montos de los subsidios, pero el gobierno (con buen criterio) recordó que el sector debía enfrentar directamente sus graves problemas de baja productividad e institucionalidad.

Anif ha estimado que el costo económico de dicho paro agrario de agosto del 2013 pudo bordear los $260.000 millones (equivalente a 0,2% del PIB del tercer trimestre de 2013). Esta cifra vino a sumarse al costo económico del paro carbonero, de transporte del tercer trimestre, y de los paros del primer trimestre cuyo costo económico se acercó a $900.000 (equivalentes al 0,8% del PIB de ese primer trimestre), con lo cual se tiene que el sacrificio económico del total de los paros del 2013 pudieron representar casi 0,4% del PIB.

Así, 2013 fue un año para olvidar en materia de protestas sociales en Colombia, pues cubrió los importantes sectores del agro, transporte, minería, justicia y educación. Los costos económicos se acercaron a $1,8 billones (0,4% del PIB anual), mientras los costos más gravosos, los institucionales resultan incalculables. De hecho, las promesas de congelamiento de precios de los combustibles han afectado negativamente las finanzas e institucionalidad del propio Ecopetrol y por la vía de los repetidos subsidios estamos empezando a arriesgar la solidez fiscal de Colombia.

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