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Analistas 08/12/2023

El gran Estado de Petro

Santiago Angel

La reforma a la salud fue aprobada en la Cámara de Representantes. Hacen falta dos debates en el Senado y una debida posible revisión de exequibilidad en la Corte Constitucional. Sin embargo, este es el primer gran paso del Gobierno en la vía de convertir los sistemas en los que se ha cimentado la prestación de servicios en Colombia hacia la estatización.

El presidente Gustavo Petro es estatista, no un estadista, lejos aún, sino estatista. Así lo ha demostrado con sus propuestas de modelos para la prestación de servicios en el país. Es increíble pero en Colombia estamos dando debates superados del siglo XX. Si lo hacen mejor los privados o el Estado; si los medios de producción deben estar en cabeza del Estado o de privados; si el Estado debe ser árbitro o regulador; si empresas estatales o empresas privadas.

A pesar del llamado de todo tipo de actores: expertos, políticos, críticos, exministros, gremios, el Gobierno decidió seguir adelante con la reforma que estatiza por completo el sistema de salud y no encontrar una propuesta moderada que conservara los buenos resultados. Un modelo mixto que lograra, como el presidente quería, una relevancia mucho más enfocada en lo público pero permitiendo que los privados que lo han hecho bien conservaran su papel en el sistema.

Por alguna razón que nadie consigue entender, en un país con los niveles de corrupción que existen aquí, al presidente y sus congresistas, muy poco preparados para modelar un sistema de salud, por cierto, insistieron en que el Estado lo va a hacer mejor. Que el Estado atenderá mejor, invertirá mejor, auditará mejor, y prestará mejor los servicios sin la necesidad de que exista la intermediación que además generaba competencia por calidad y afiliados en un sistema perfectible pero con enormes cualidades.

No era tan difícil. Se podía lograr un sistema mixto con una parte del giro directo a clínicas y hospitales y un manejo preponderante de los recursos en cabeza de la Adres. Pero el Gobierno lo quiso todo o nada. Y la única opción era todo.

Como si la intención de generar utilidades fuese un pecado. Ya había dicho Mandeville que “persiguiendo el interés individual, los hombres obtienen el interés general”. Pero para el presidente Gustavo Petro, que ha vivido de la política y del Estado desde siempre, eso no es posible. Su visión colectivista de los medios y la riqueza define que simplemente no puede haber ganancias en la prestación de servicios públicos. El problema es que frente a las discusiones de modelos de gobierno no importan los términos medios si quien gobierna elige el dogma.

La transición del sistema de salud, si es que la reforma pasa en el Senado y el examen en la Corte, tardará años y será un desastre logístico. La eliminación de las EPS hará que haya un desorden administrativo predecible que le signifique a pacientes problemas en la continuidad de sus tratamientos; esto es lo que dicen expertos calificados como Andrés Vecino. La Adres pasará a girar directamente a hospitales y clínicas sobre facturas en los primeros 30 días con auditorías aleatorias y una bondadosa buena fe sobre el manejo de los recursos desde lo público con hospitales y clínicas que están hoy cooptadas por los poderes locales y en donde las denuncias de nóminas paralelas y todo tipo de excesos son la regla, no la excepción. Los estudiosos de salud pública coinciden en explicar que los sistemas estatales como el de Inglaterra están buscando hoy la participación de los privados porque el Estado se quedó corto en la atención.

Es el debate del siglo XX entre la regulación estatal vs la economía de mercado. En Colombia pudo haber un sistema mixto equilibrado y con la participación de los buenos actores de ambos sectores. Pero va ganando el dogma y al dogma lo único que le importa es su propia verdad.

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