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Analistas 08/11/2019

Trampas del desarrollo y políticas públicas en crisis

Sandra Berthelot
Analista económico
Analista LR

El octubre de 2019 ha conocido la tensión socio-económica más importante de la última década. Varios actores echan la culpa a la desigualdad mientras que un diagnóstico integral debe ser analizado para poder entender mejor cada situación y encontrar soluciones. Con claridad, el modelo del neoliberalismo está en estado de emergencia desde hace muchos años, luego de que ha llegado un tiempo de no retorno en donde los países se enfrentan con nuevas trampas de desarrollo.

Las economías latinoamericanas tienen limitaciones en su capacidad para alcanzar un desarrollo incluyente y sostenible. Las trampas de desarrollo implican una dinámica circular, que se perpetúa a sí misma y limita la capacidad para alcanzar mayores grados de desarrollo. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos​ existen cuatro principales trampas: productividad, vulnerabilidad social, ambiental e institucional.

Las crisis actuales pueden ser analizadas con la trampa institucional que es la más relevante y tiene una consecuencia muy significativa en los ciclos económicos y sociales de los países, pero también sobre las otras tres trampas del desarrollo. El Gobierno, instituciones nacionales y territoriales atravesarán una crisis de desconfianza muy grave al no cumplir una mejor transparencia financiera y tributaria, al no responder a los servicios públicos con calidad y al no acompañar a las economías cada vez más en concurrencia.

Aunque estamos en un modelo de neoliberalismo, la ciudadanía tiene una imagen todavía muy fuerte del Estado, quien debe cumplir con varias obligaciones y aspiraciones sociales. Esta imagen resulta de un modelo económico que es conocido como Etat Providence, donde la ciudadanía está dispuesta a pagar impuestos para asegurar un cumplimento de las políticas públicas. Estamos hoy en día pasando por una crisis de las políticas públicas y del modelo del Estado. Desconfianza, poca satisfacción de las medidas económicas y sociales, casos de corrupción, falta de transparencia y explicación en las decisiones públicas constituyen las causas de la trampa institucional.

La ciudadanía latinoamericana, pero también europea, tiene una opinión del Estado y sus políticas públicas cada vez más negativa. Las consecuencias las miramos ahora: crisis económicas, sociales y políticas. Es por esto que las economías están en el Estado de vulnerabilidad social: los ingresos son insuficientes para una vida calificada decente, los empleos son de mala calidad, una protección social costosa, una educación desigual y una clase media cada día más pobre.

Según la Cepal (ver gráfico), observamos que la desigualdad de ingresos registró una disminución sin precedentes entre 2002 y 2014, en 2016, la desigualdad aumentó ligeramente por primera vez desde 2002, con una heterogeneidad considerable entre países. El crecimiento económico latinoamericano ha sido insuficiente y ha retrasado la reducción de la pobreza y de la desigualdad del ingreso. Además, si se considera el crecimiento de la población, es probable que el número de personas que viven por debajo de la línea de pobreza y pobreza extrema de sus respectivos países aumente aproximadamente en un millón.

Mayores ingresos no son sinónimo de mayor bienestar para todos los latinoamericanos y miramos que las trampas de desarrollo son también consecuencias de una falta de capacidad técnica en la creación de políticas públicas para diseñar, implementar y monitorear, así como una capacidad financiera con una mejor gestión para poder invertir en políticas estructurales con un marco de resultado definido. Las políticas públicas tienen un papel activo en las necesarias respuestas globales y multidimensionales. Para concluir, la región de América Latina y el Caribe enfrenta retos de desarrollo cambiantes y complejos que reclaman un enfoque de desarrollo en transición.

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