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Analistas 19/10/2017

La propuesta de renegociar los TLC

Rodrigo Botero Montoya
Exministro de Hacienda
La República Más

Al iniciar su campaña como candidato presidencial del Polo Democrático Alternativo, el senador Jorge Enrique Robledo hizo el siguiente anuncio: ‘y lo más importante es que prometo que vamos a renegociar los TLC para no seguir regalando al país.’ Este es un pronunciamiento que no debe pasar inadvertido. Incluye un diagnóstico y una propuesta de política pública con implicaciones comerciales y diplomáticas. Con toda cordialidad, hago explícito mi desacuerdo con esta iniciativa. Me propongo explicar que el diagnóstico se origina en un análisis económico erróneo, lo cual da lugar a recomendar un despropósito.

Antes de hacerlo, señaló la coincidencia entre este anuncio y la retórica electoral de Donald Trump, según la cual el libre comercio había empobrecido a Estados Unidos en beneficio de naciones extranjeras. La mentalidad mercantilista concibe el comercio como un juego de suma cero en el cual lo que gana un participante equivale a lo que pierde el otro. Un déficit comercial se equipara a una derrota. Esta es la respuesta que han dado Martin Feldstein y George Shultz, dos economistas del establecimiento, con amplio reconocimiento profesional, a esa manera de concebir el comercio internacional: ‘Si un país consume más de lo que produce, debe importar más de lo que exporta. Eso no constituye una estafa. Es aritmética. Si logramos reducir el superávit comercial de China con Estados Unidos, tendremos un déficit mayor con algún otro país. Los culpables son el déficit del gobierno federal y un proceso masivo y continuado de desahorro. Controle ese gasto y habrá controlado los déficits comerciales’.

Pasando al caso nacional, es cierto que Colombia tiene una balanza comercial deficitaria, en particular con Estados Unidos, su principal socio. Puede afirmarse, con razón, que el país no ha aprovechado debidamente las oportunidades que ofrece el TLC con Estados Unidos. Otra cosa, bien diferente, es sugerir que ese tratado debe renegociarse por causa de dicho déficit. Equiparar el déficit comercial con una catástrofe económica es un salto conceptual que no debe darse a la ligera. El supuesto ‘regalo del país’ por cuenta de los TLC es algo que tendría que comprobarse con cifras en lugar de promulgarse como un dogma de fe. Lo cierto es que la inserción del país en la economía mundial de los últimos años, impulsada por los acuerdos de libre comercio vigentes, ha estado acompañada por un incremento en el ritmo de inversión, generación de empleo formal y reducción en el índice de pobreza. Disponer de acceso privilegiado al mercado de Estados Unidos es un activo de inmenso valor, que debe protegerse.

Se dice que toda política es local. Eso condiciona el contenido de los programas electorales. Pero cuando se adquieren compromisos audaces para modificar la política comercial del país, conviene prestarle atención a lo que ha estado sucediendo en Estados Unidos desde el mes de enero. Quien crea que puede obtener con Trump condiciones más favorables para Colombia que las que se acordaron con Obama, puede creer cualquier cosa.

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