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Analistas 19/07/2023

¿Qué esperamos del empleo?

María José Zuleta González
Profesora Inalde Business School
Maria-Jose-Zuleta

Casi todos armamos una escalera de la vida para jugar, ir al jardín, al colegio, a la universidad y al trabajo, pues esperamos avanzar con un sentido de serenidad y, sobre todo, de progreso. Hablamos de calidad de vida en todos esos momentos y el plano laboral no está exento de ese concepto anhelado y esquivo: calidad de vida en nuestro empleo y, de paso, sentir que el jefe es el que queríamos.

Según un nuevo informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), “es probable que la actual desaceleración económica mundial obligue a más trabajadores a aceptar empleos de menor calidad, mal pagados y carentes de seguridad laboral y protección social, acentuando así las desigualdades exacerbadas por la crisis de la covid-19”.

El mismo informe destaca que “la situación de las mujeres y de los jóvenes en el mercado de trabajo es particularmente adversa. A escala mundial, la tasa de participación de las mujeres en la fuerza de trabajo alcanzó 47,4% en 2022, frente a 72,3% de los hombres”. Al respecto, “la necesidad de fomentar el trabajo decente y la justicia social es clara y acuciante”, señaló Gilbert F. Houngbo, director general de la OIT.

Es necesario hablar de calidad, la cual tiene que ver con la satisfacción de necesidades expresas o implícitas. Con esta definición como marco, la calidad laboral es la sensación de satisfacción del trabajador - empleado.

La calidad en el trabajo tiene muchas posibilidades que generalmente responden a preguntas sencillas: ¿Me gusta trabajar?; cuando tengo que responderle a otro por mis acciones laborales, ¿me siento bien tratado?; ¿tengo claro el propósito de mi trabajo?; ¿me parece que estoy remunerado adecuadamente? Estas reflexiones conducen a la creación de políticas, pero ellas solas no harán que la calidad del empleo sea mejor o peor.

La percepción de esta calidad tiene que ver con la construcción de la identidad personal del empleado y del empleador, amén de las políticas y las disposiciones legales; es la manera personal de abordar el trabajo la que finalmente contempla la calidad.

Afortunadamente, hoy en día, como sociedad, contamos con los derroteros laborales que guían un sistema de empleo respetuoso y considerado y, por supuesto, también exigente. Hay empleadores que son capaces de ajustarse a estas políticas y, además, su carácter permite la creación de un agradable clima laboral.

Hay empleadores que se ajustan a las políticas aunque les cueste hacerlo por su manera de ser y hay quienes pelean con las políticas y aportan unas tormentas imposibles al clima laboral. Lo mismo sucede con los empleados, hay un abanico de posibilidades para elegir cómo comportarse laboralmente. El trabajo no tiene que ver con sentirse a gusto a cualquier precio sino con dar lo mejor de sí; los unos y los otros, empleados y empleadores.

Si bien los datos de la OIT son claros, estos por sí solos no nos hablan de calidad del empleo, sino de posibilidades sociales de trabajo productivo, que ojalá crezcan y amplíen las oportunidades. Para emplearse, primero conocerse, procurar que la mera necesidad no sea la causa de los empleos incompletos y cuestionables y, después, conocer a quienes serán nuestros coequiperos en el trabajo, encariñarnos y disfrutar.

Que la calidad sea también la relación de cada uno con el empleo y con los demás.

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