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Analistas 25/06/2025

La carta de Terpel

“Desde nuestra compañía, tendemos un puente para que siempre las relaciones entre […] el Ministerio de Minas y Terpel, contribuyan a alcanzar los cometidos y afrontar los retos de nuestro sector”, dice la carta enviada a Edwin Palma el pasado 17 de junio y que, al parecer, fue filtrada por el propio funcionario a los medios de comunicación.

“Usted encuentra en Terpel un aliado y tenemos total disposición de seguir trabajando con su equipo en beneficio de la cadena, los consumidores y el país. Colombia nos necesita unidos para avanzar y construir”, concluye la misiva, no sin antes desautorizar al presidente de la Asociación Colombiana de Petróleo, Frank Pearl, de quien dicen “no representa la posición ni la opinión” de la compañía.

Lastima. Porque la posición del señor Pearl, quien se ha caracterizado por su prudencia y sensatez y quien, además, en su calidad de excomisionado de paz, no podrá ser acusado de intransigencia, lo que ha hecho es cuestionar de manera institucional muchas de las decisiones de política pública provenientes del gobierno que amenazan al sector que representa.

Es lo mínimo que un dirigente gremial en las actuales circunstancias puede hacer. A alguien se le está olvidando que Petro le ha declarado la guerra a muerte a los hidrocarburos. Esto puede resultarle simpático a los seguidores de Greta Thunberg, pero es un peligro existencial para la estabilidad fiscal del país y para la prosperidad de la cadena energética que Terpel dice querer beneficiar.

Por otra parte, Pearl advirtió que “Colombia está perdiendo el control de la zona rural […] es inaceptable el abandono en el que está Jamundí. Hay 2.000 hectáreas de cocas sembradas, unas siembras hermosas, como si tuvieran piña y mango”. Nuevamente, lo dicho por el dirigente gremial en nada difiere de los llamados similares que han hecho la mayoría de sus colegas, algunos inclusive con mucha más vehemencia, como los presidentes de la Andi o Fenalco. Y si al señor Palma y a sus compinches les disgusta que les digan la verdad, de malas.

¿Cuál debemos entender es entonces la posición de Terpel frente a la coyuntura nacional? ¿Es esta simbiótica con las políticas del actual gobierno en materia de hidrocarburos y de control territorial? ¿Qué pasará el año entrante cuando cambie el gobierno y cambien las políticas? Plegarse a los caprichos de quienes detentan temporalmente el poder, con poca legitimidad y con numerosos cuestionamientos personales, no es una buena estrategia corporativa. El oportunismo político -la lambonería, han dicho muchos críticos de Terpel en las redes sociales- pone en duda los valores de una empresa que es líder en el país.

Las empresas tienen el deber de mantener los estándares de virtud cívica. No todo vale para ganarse un peso más. La respuesta de la sociedad civil ante la deriva autocrática del actual gobierno ha sido contundente. Por eso la misiva de Terpel ha sido tan deslucida. ¿Sino no se está de acuerdo con lo que dice Pearl -que es lo que han dicho los demás dirigentes gremiales- entonces con qué es con lo que está de acuerdo?

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