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En América latina la contracción del Producto Interno Bruto en 2020 fue la mayor que se haya visto en la historia. Brasil, el de mejores resultados, presentó una caída de 4,1%; Colombia tuvo un crecimiento negativo de 6,8%; Perú, el de peor desempeño, llegó a una reducción de 11,1%, teniendo en promedio una caída de 7%, esto muestra los efectos que trajo para la región la pandemia del covid-19.
A su vez, la deuda pública aumentó en promedio más de 13 puntos, en nuestro caso pasamos de tener niveles de 48% a llegar a un máximo de 61%, Argentina alcanzó un endeudamiento de 104%, en contraste con Perú, cuya deuda es de 35%, 11 puntos superior frente a 2019. Nuestro déficit fiscal paso de 2,5% a 7,8%, muy parecido al de los países referentes para nosotros. Lo anterior implica que el ajuste que se debe hacer para mantener la deuda pública controlada es realmente significativo.
La propuesta del Gobierno de modificar la regla fiscal, que entra a discusión esta semana en el trámite de la reforma tributaria y pretende imponer un ancla al endeudamiento con el fin de asegurar la sostenibilidad de las finanzas públicas, resulta absolutamente necesaria. Se busca establecer que no se supere el límite de deuda de 71% del PIB y tener un amarre que debe estar en 55%. Esto es acertado, pero supone un esfuerzo en materia de recaudo y de disciplina en el gasto realmente considerables.
Cómo bien lo mencionó el Ministro de Hacienda, la reforma planteada no es suficiente para llegar a los niveles de deuda requeridos. Lo anterior implica que el próximo Gobierno tenga que aprobar una nueva reforma al iniciar su mandato. La pregunta que surge es qué tipo de reforma se deberá aprobar, cuando las diferentes fuerzas sociales que se expresan, se oponen a que exista una mayor tributación por parte de las personas y, cuando se niegan a buscar las eficiencias en el Estado como la consolidación del Grupo Bicentenario.
Según cálculos de PwC, la tasa impositiva de las empresas en Colombia es de 71,3% siendo la cuarta mas alta de América latina, sólo por debajo de Argentina, Venezuela y Bolivia y muy por encima de países que compiten directamente con nosotros por atraer la inversión extranjera como Perú, que está en niveles de 36% y del promedio mundial, que está en niveles de 42%.
Como sociedad debemos ser conscientes de la necesidad de contribuir más parar sufragar la inversión pública y los gastos del Estado, del enfoque que deben tener las ayudas en quienes realmente lo necesitan, así como de la priorización de las obras que realmente generen crecimiento. Propuestas como la de Petro, en las que sostiene que 4,000 personas con sus impuestos garantizan los recursos adicionales que el país necesita, son falacias, mentiras. Los grandes capitales se irían y tendrían residencia fiscal en otros países. Aumentar más los impuestos corporativos termina ahuyentando y acabando la inversión. Es necesario recordar que más de 90% de nuestras empresas son micro y pequeñas, razón por la cual cargas excesivas terminan por quebrarlas. No han entendido que la empresas no pueden sufragar todos los gastos del Estado.
En Colombia sólo 5% de los ciudadanos pagamos impuesto de renta, es imposible que el país se sostenga con niveles tan bajos de tributación personal. Una persona que gana 50 millones de pesos al año, es decir más de 50 salarios mínimos anuales no paga renta, en comparación con otros países, una persona con ese nivel de ingreso en Brasil paga 24%, en México 17%, en Perú 5,5% y en Estado Unidos 12,9%.
Cuando más de la mitad de la población no percibe un salario mínimo mensual, no podemos seguir llamando clase media a quienes ganan más de $60 millones al año. Es necesario que los aspirantes a la presidencia formulen propuestas para financiar el gasto público con sustento técnico y fuentes ciertas y no con mentiras como la que se mencionó. No más populismo impositivo. En Colombia más personas debemos pagar más impuestos.