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Según OpenAI, cada semana se envían a nivel global 18 billones de mensajes por cerca de 700 millones de usuarios en ChatGPT. Precisamente, el pasado 15 de septiembre se publicó el más amplio estudio sobre los patrones de uso de ChatGPT, basado en el análisis de 1,5 millones de conversaciones.
El estudio clasifica los mensajes en tres clases de acuerdo a el tipo de resultado que espera el usuario: (i) “Preguntar” se refiere a cuando el usuario busca solucionar problemas de tipo intelectual o buscar respuestas, alcanzando un 49% de los casos; (ii) “Ejecutar” es cuando el usuario solicita tareas como programar, escribir, resumir, representando un 40% de los casos; y, (iii) “Expresar”, cuando el usuario se limita a compartir ideas, emociones o juegos de rol, sin pedir información ni encargar tareas, participando con un 11% de las interacciones. Aquí entran tanto contenidos no emocionales como emocionales, siendo estos últimos 2,3% del total.
Del estudio sobresalen diversos aspectos relevantes que nos permiten comprender como está cambiando el mundo del trabajo y la sociedad en si misma:
Más allá de las funcionalidades, la adopción masiva de asistentes de IA en el trabajo se explica porque optimizan el recurso más escaso para las personas en nuestra era: el tiempo.
Estamos confiados y distraídos mirando un bello atardecer, mientras los atracadores nos distraen y se llevan de calle la democracia y el botín de la hacienda pública
Cuando una voz icónica se convierte en un activo digital y utilizado sin la participación del dueño original, la línea entre el ser humano y su réplica se desvanece
Convertir cada anhelo en un derecho solo crea expectativas imposibles y un Estado que promete más de lo que puede cumplir. Los derechos que requieren protección permanente son tres: la vida, la propiedad y la libertad