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¿Sabe usted que en Colombia no prestan plata ni aseguran pacientes de cáncer o en remisión? En buen momento el Congreso busca aprobar una ley que “establece y garantiza” el olvido oncológico: gran paso hacia la no discriminación de los supervivientes a la hora de acceder a productos crediticios, servicios financieros y de aseguramiento.
Categóricamente: ¡Hay que estar a favor de la ley, pionera en Latinoamérica! Su exposición de motivos es coherente; su carácter inclusivo y garantista contribuye “a la eliminación de barreras para el regreso a la cotidianidad”. Sí o sí, debe ser ley.
Sin embargo, el diablo está en los detalles. El único, pero gigantesco problema del proyecto que se cocina en Cámara pasa de semántico a ontológico: su naturaleza y espíritu sólo busca proteger al etéreo grupo de “supervivientes”, algo tan nebuloso e indefinible, que ni un juez, ni un legislador, ni el mejor equipo médico, ni un paciente, ni el tarot, ni un brujo puede saber cuándo empieza o prever cuándo terminará dicha categoría.
La ponencia, peluqueada hasta el límite tolerable por Fasecolda, “reconoce la doble victimización que enfrentan las personas sobrevivientes de cáncer, manifestada tanto en la duración del tratamiento como una vez superada la enfermedad”, dadas las secuelas psicológicas, sociales y laborales derivadas de su condición.
He aquí la paradoja. Algo que busca subsanar la doble victimización, se convierte en otro mecanismo de exclusión de aquellos que no logren demostrar al vendedor de seguros o analista de crédito su carácter de “superviviente”. ¿Además de padecer el cáncer, de que no lo aseguran y no le prestan, ahora le tocará explicar que está vivo?
¿En caso de que aquel “sobreviviente sin título” no convenza al banco o aseguradora, tendrá que ir donde un juez para que juegue al oncólogo adivino y dictamine su estatus? ¿Pedir, vía tutela, la graduación de sobreviviente por ventanilla no es otra revictimización? En ese caso, ¿dónde queda la confidencialidad de la historia clínica? ¿Puede un fallo obligar a una empresa a asegurar o prestar plata? ¿También se podrán negociar las primas o los intereses por esa vía?
Todo este sinsentido radica en que el proyecto asume, de manera errónea, que los únicos aspirantes al olvido oncológico serán quienes tengan una especie de carné “Cancer-Free”, ignorando que hasta los pacientes con remisión total siguen en controles, revisiones y tratamientos de por vida.
Por ejemplo, dice que “se exceptúan de la obligación de declarar el estado del riesgo y de las sanciones por inexactitud o reticencia, los tomadores y/o asegurados que hayan padecido y superado la enfermedad de cáncer siempre y cuando hayan transcurrido por lo menos cinco años contados desde el final de su tratamiento sin recaídas posteriores”.
Lo peor es que la ley excluye y niega el derecho a quienes, aún en plenitud de condiciones, viven con un cáncer latente o quiescente (dormido) por décadas ¿Se premiará mentir sobre un tratamiento a la hora de pedir un crédito? ¿Se castigará con el “no derecho al olvido oncológico” a quien reconozca que tiene un cáncer controlado?
En últimas, el problema es que se abre la puerta para que aseguradores y bancos nieguen productos basados en la persistencia del tratamiento, algo que sigue en todos los casos de remisiones parciales o totales de pacientes oncológicos.
¿Tiene solución el proyecto? Sí, cuando los congresistas incluyan en la redacción los casos de cánceres controlados, o cuando la ley deje de insistir en la falacia de “terminación de tratamiento” ¿Posibilidades de que esto pase? Casi nulas: en precampaña nadie pateará la lonchera de Fasecolda.