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Analistas 23/07/2022

La corrupción popular

Diego Gómez
PhD, Director ECSIM

Una tragedia latinoamericana es la corrupción. Está deslegitima la democracia, degrada los estados y destruye la confianza entre los agentes económicos. Un factor determinante en las estructuras de corrupción son los comportamientos colectivos, lo que se llamaría, la corrupción popular, en la que están inmersas miles de acciones de los individuos.

La más común es la apropiación de los subsidios estatales. El 63% de los subsidios de servicios públicos se otorgan a población que no lo requiere. Se estima que el 60% de los subsidios estatales están mal asignados. Francia Márquez, la vicepresidenta enfrentó un escándalo por ser señalada de recibir subsidios del estado estando por encima de los umbrales de asignación.

Miles de estudiantes marchan exigiendo educación gratuita, gratuita para ellos. El costo lo asumen los ciudadanos con sus impuestos, pero el beneficio de recibir esa educación serán ingresos personales para esa fracción de población que llega a la formación universitaria. Es decir, es un mecanismo de privatización de recursos del estado para beneficio de unos individuos. Eso es una forma de corrupción. Añadámosle a esto la destrucción de los bienes públicos como un supuesto mecanismo de protesta.

Los altos salarios y pensiones estatales que están por encima de 20 millones de pesos y que se ubican en el 1% de mayor ingreso del país son otro mecanismo de corrupción blanca que convierten al estado en un generador de inequidad y no en uno constructor de cohesión social.

El sistema de salud colombiano es sujeto de uno de los mecanismos de corrupción colectiva más delicados: la tutela para exigir tratamientos, medicamentos y procedimientos por fuera de un plan de cobertura que de hecho es uno de los más completos a nivel global. Nos anuncian en prensa cientos de miles de tutelas contra el sistema, y no se aclara que tras de ello se esconde un propósito de sacar ventaja personal a costa de la sociedad. En 2014, Camila Abuabara obtuvo del sistema, vía tutela y presiones mediáticas, atención para su cáncer, ya calificado como terminal, por más de 2 millones de dólares (El Tiempo, 2014) en tratamientos experimentales e intervenciones por fuera del país. Estos recursos eran equivalentes a los requeridos para atención de anual de 12.000 niños.

Corrupción es apropiarse para beneficio individual de los recursos públicos. Está asociado a un estándar ético bajo y egoísta: yo tengo derechos, no deberes, el estado me los debe garantizar. El elemento común de los esquemas corruptos es el estado como determinante y vehículo de la acción. Desafortunadamente las llamadas constituciones modernas han replicado y hecho ley este constructo ético precario, la visión del estado como dador y garante, decenas de derechos, pocos o ningún deber. Una postura ética limitada ante la sociedad: pocos ponen, todos toman, todos sacan, muchos roban, muchos se apropian del estado…

¿Cómo enfrentar la corrupción? Con un cambio profundo de nuestra concepción del estado y de nuestra responsabilidad como individuos ante la sociedad y la naturaleza. Los subsidios no construyen sociedad, la corrompen. Mas que derechos, tenemos deberes ante la sociedad y la naturaleza. Debemos construir un estado gestor del desarrollo, no uno saqueador de los recursos de quienes aportan y generan para asignarlos a clientelas con mecanismos corruptos. Mas sociedad y menos estado corrupto.

REFERENCIAS

El tiempo. 2014. Caso Camila: ¿pesa más la vida o sostenibilidad del sistema de salud?https://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-14801698, 06 de noviembre 2014

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