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Analistas 02/08/2022

Seguridad alimentaria

Carlos Ronderos
Consultor en Comercio y Negocios Internacionales

Está de moda en el mundo el discurso de la soberanía alimentaria como una expresión más del nacionalismo proteccionista que se impone. Nótese bien que me digo soberanía y no seguridad, siendo diferente un concepto del otro. Mientras la soberanía alimentaria pretende que los países sean autosuficientes en la producción de la comida necesaria para alimentar su población a cualquier costo, la seguridad alimentaria busca igualmente garantizar la suficiente alimentación para toda la población de la manera eficiente como lo logra el comercio exterior.

Colombia debería producir más productos alimenticios en millones de hectáreas que no se cultivan o se utilizan ineficientemente, pero no para ello nos basta con expedir un decreto o forzar el mercado de tierras. En la agricultura moderna las inversiones tanto de bienes públicos como de capitales privados que se requieren para lograr los niveles de eficiencia en cualquier cultivo hacen que la tierra, si bien indispensable, significa un porcentaje menor en la ecuación de la productividad. Las inversiones necesarias para adecuación de tierras, maquinaria y tecnología deben complementarse con inversiones de vías terciarias, inversiones en distritos de riego que garanticen el flujo estable de agua, inversiones para la mitigación de riesgos de inundaciones e inversiones en desarrollo y tecnología que debe hacer el estado.

Ante la negligencia de los capitales privados para hacer las inversiones necesarias, bien puede el Estado asumir este riesgo comprando las tierras “improductivas” y con nuevos actores en la faena agrícola asumir el riesgo que se describe anteriormente. ¿Qué tan costosa puede resultar esta fórmula? Cualquier productor de bienes agrícolas, bien sea de aguacate, flores, palma africana o uchuvas sabe que cuando las condiciones de producción en materia de suelos e infraestructura son rentables conviene hacer las inversiones necesarias.

Pretender que los agricultores o ganaderos no adelantan cultivos de manera más eficiente porque no les gusta tener mayores utilidades es por decir lo menor ingenuo. Si el capital privado no hace las inversiones por considerar que no es rentable es de suponer que el estado, generalmente más ineficiente, va a poner a producir esas tierras a un costo enorme que en últimas lo pagan los ciudadanos, bien a través de mayores impuestos o a traes de mayores costos por los productos que compran.

El concepto de soberanía alimentaria presupone cerrar las importaciones. Esto es lo que quiere el gobierno entrante y por ello propone renegociar los TLCs. Pero no solo debemos ver cuanto valen las importaciones de productos agrícolas y alimenticios provenientes de Estados Unidos, sino también ver cuanto valen nuestras exportaciones. De EE.UU. importamos bienes de las partidas 1 24 del arancel (agrícolas y alimenticios) por valor aproximado de US$3.100 millones y exportamos de esas mismas partidas US$3.153 millones lo que significa que en materia agrícola y alimentaria tenemos una balanza equilibrada que genera eficiencia y menores costos. No es dable pensar que podamos restringir las importaciones de sus productos sin poner en riesgo el mercado de nuestros productos. Pondríamos en riesgo miles de empleos en sector agrícola a cambio de producir a mayor costo bienes agrícolas y alimenticios que hoy importamos. Muy mal negocio. En general todas las posturas nacionalistas son inconvenientes.

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