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ANALISTAS 22/01/2025

¿Qué esperar del Banco de la República?

Camilo Guzmán
Director ejecutivo de Libertank
Camilo Guzman

Los recientes nombramientos de Laura Moisá y César Giraldo en la junta directiva del Banco de la República generan preocupación. Ambos, designados por el presidente Gustavo Petro, representan corrientes económicas heterodoxas que podrían transformar profundamente la orientación del Banco.

El verdadero peligro no radica en la politización del Banco, sino en un posible cambio conceptual: el paso de una dominancia monetaria a una dominancia fiscal.

En un régimen de dominancia monetaria, el Banco prioriza el control de la inflación, como lo establece la Constitución en su artículo 373. Este enfoque garantiza la estabilidad de precios y protege el poder adquisitivo de los colombianos, siendo clave para la confianza en el peso y la economía. Por el contrario, en un régimen de dominancia fiscal, las decisiones del Banco se subordinan al financiamiento del gasto público mediante la emisión de dinero o la compra de deuda gubernamental.

Este cambio, consistente con las ideas expresadas por el presidente Petro, prioriza el gasto estatal sobre la estabilidad de precios, una práctica que ha demostrado ser desastrosa en países como Argentina.

Moisá y Giraldo al igual que el ministro Guevara están alineados con la Teoría Monetaria Moderna (MMT), que sostiene que los gobiernos que controlan su moneda pueden imprimir dinero sin restricciones para financiar el gasto público, ya que la inflación solo surgiría si el gasto supera la capacidad productiva. Esta teoría contiene graves errores. Como explica el economista Juan Ramón Rallo, la MMT ignora que el valor de la moneda fiat depende de la confianza de los ciudadanos que la usan. Imprimir dinero sin respaldo debilita esa confianza y genera inflación, incluso si hay recursos ociosos. Además, la MMT asume que el Estado puede coordinar eficientemente la economía mediante el gasto público, pero esto suele derivar en despilfarro, al destinar recursos a proyectos que no generan valor real. En lugar de corregir desequilibrios, el gasto estatal desordenado puede exacerbarlos, especialmente en economías emergentes como la colombiana.

Argentina es un ejemplo claro de los riesgos de abandonar la dominancia monetaria. Su banco central, sometido a las necesidades fiscales del gobierno, emitió dinero sin control para financiar déficits, lo que resultó en inflación superior al 100%, pérdida de confianza en el peso y una economía dolarizada de facto.

Colombia podría enfrentar un panorama similar si el Banco adopta políticas basadas en la MMT, incluyendo:

• Inflación descontrolada: El aumento de precios erosionaría el poder adquisitivo, especialmente de los más pobres.

• Devaluación del peso: La pérdida de confianza en la moneda encarecería las importaciones y afectaría la economía.

• Desconfianza en los mercados: Los inversionistas percibirían un mayor riesgo, reduciendo la inversión y encareciendo el financiamiento.

La política monetaria debe ser un pilar de estabilidad, no una herramienta de improvisación fiscal. El Banco de la República no puede convertirse en un motor del gasto público. Su fortaleza radica en mantener el equilibrio económico, evitando que los intereses de corto plazo comprometan el futuro. Cambiar ese enfoque sería abrir la puerta a un futuro incierto, marcado por inflación, pobreza y crisis.

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