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Analistas 02/08/2023

¿Cómo recuperarse del populismo?

Andrés Felipe Londoño
Asesor en transformación digital legal de servicios financieros

Los discursos de resentimiento, división y victimización que caracterizan a los populismos llevan a la ejecución de ideas nocivas siguen triunfando en el mundo desde el siglo XIX. El aprovechar la irracionalidad del ser humano es políticamente rentable, sobre todo en épocas de eventos económicos agudos como los que han caracterizado a los 2020.

A pesar de que una y otra vez los populismos han generado efectos secundarios adversos para todos, por perseguir resultados específicos para algunos, las lecciones repetitivas de la historia no producen aprendizajes permanentes. El populismo sigue causando estragos a escala global en el crecimiento económico, en la distribución eficiente de recursos y en el bienestar de millones de personas. ¿Es posible recuperarse de sus daños?

El caso de Grecia es esperanzador. En enero de 2015 el partido de izquierda radical Syriza subió al poder con el liderazgo de Alexis Tsipras, con el fin de “recuperar la dignidad de la gente y sanar las heridas profundas dejadas por la austeridad”, aprovechando el descontento originado por las políticas impuestas por los acreedores de su deuda soberana. Este partido gobernó hasta 2019 y dejó como legado un incumplimiento generalizado de promesas extremistas de campaña (como el impago de la deuda soberana o la reducción radical de impuestos acompañada de mayor gasto público), mantuvo a Grecia con grado especulativo de inversión y la aisló de la dinámica política y económica de la Unión Europea, al haber amenazado con salirse de ésta.

Hoy el extremismo es parte del pasado en Grecia. Desde 2019, el competente gobierno del partido de centro derecha, Nueva Democracia, ha sabido sortear retos significativos como la pandemia, la crisis energética causada por la guerra en Europa y las recientes olas de calor. Grecia viene creciendo al doble del promedio de la zona euro, tiene una de las inflaciones anuales más bajas de la región (1,8%), tiene un desempleo aún alto (10,9%) pero modesto comparado con el de hace una década (22%) y está pagando un spread en su deuda de apenas 1,4% sobre Alemania, sin haber recuperado formalmente aún el grado de inversión, luego de haber pagado una escandalosa tasa de 18,7% en 2015.

Más allá de sus resultados, Grecia ha dado una lección al mundo sobre cómo sobreponerse al populismo. Su receta está en el foco y consistencia de sus políticas para generar confianza y reparar los desbalances estructurales de su economía: (i) ha reducido su deuda soberana de un absurdo 206% de su PIB en 2020 a 170% en 2022, (ii) ha aprovechado los ingresos fiscales por buenas temporadas de turismo para reducir impuestos y contribuciones, (iii) ha atraído flujos de inversión extranjera directa equivalentes a siete veces los recibidos en 2015, cuando ganó Syriza, incluyendo proyectos de Microsoft y Pfizer, (iv) ha digitalizado la interacción con el Estado reduciendo costos y corruptelas que afectaban a los ciudadanos y (v) ha calmado tensiones con Turquía que causaban mucho ruido interno a través de un serio manejo diplomático.

Los contundentes resultados de un gobierno tecnocrático han hecho de Grecia nuevamente un país viable y un ejemplo a seguir. Los cantos de sirena de la extrema izquierda hoy son un lejano relato homérico, acompañado por la reciente renuncia de Alexis Tsipras como líder del partido Syriza por su fracaso electoral. Ojalá las elecciones de octubre en Colombia marquen el inicio de nuestra recuperación luego de una época de populismo.

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