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Analistas 30/08/2022

Tareas por hacer

Alejandro Vera Sandoval
Vicepresidente técnico de Asobancaria

La economía colombiana creció al 10,6% real en el primer semestre de 2022, completando más de año y medio de una reactivación económica sólida, sustentada en la expansión del consumo privado. El mercado laboral también ha recibido los beneficios de esta expansión, aunque a menor velocidad, pues la tasa de desempleo pasó de picos cercanos al 20% en lo peor de los confinamientos a niveles de 11,7% en junio de 2022.

Las cifras laborales de junio de 2022 evidencian que estamos cerca de regresar a los niveles de prepandemia. Esto pues los ocupados llegaron a 22,1 millones, 200.000 menos que en febrero de 2020, y los desocupados fueron superiores justamente en esos 200.000, llegando a los 2,9 millones. Sin embargo, estas cifras agregadas no muestran algunas realidades. Por ejemplo, la Tasa Global de Participación (TGP), que mide a quienes se ofrecen para trabajar, disminuyó desde 67% en febrero de 2020 a 63,7% en junio de 2022. Esto se evidencia en que, pese a que la Población en Edad de Trabajar (PET) creció en 2 millones en los últimos 2 años, la Población Económicamente Activa (PEA), los que trabajan o no lo hacen pero quisieran hacerlo, se quedó inmóvil en 25 millones de personas. En otras palabras, hubo mayor inactividad que “mejoró” los resultados laborales.

Esa inactividad fue mucho mayor en mujeres que en hombres. La TGP de las mujeres llegó apenas a 51,7% vs. 76,6% de los hombres y, aun con ello, la tasa de desempleo de las mujeres fue de 14% vs. 8,9% de los hombres. La Pandemia sacó a muchas mujeres del mercado laboral y acentuó una brecha de género que no es nueva en el país.

La brecha también es grande en los jóvenes y la situación geográfica. En el caso de los jóvenes, la tasa de desempleo llegó a 18,4% en junio de 2022. Y, en materia geográfica, la tasa de desempleo supera 14% en las zonas de frontera o periféricas, donde aparecen ciudades como Cúcuta, Riohacha, Quibdó o Florencia, y se acerca al promedio nacional en las principales capitales o en la zona caribe.

Por último, no se puede olvidar la elevada informalidad del país, que arrastra a la mitad de la economía, y un poco más de la mitad de empleos, y que reduce la productividad laboral.

Esto muestra que hay tareas por hacer. Las acciones de política pública laboral, diagnosticadas desde hace varios años por diversos estudios técnicos, y al mismo tiempo “olvidadas”, si bien implican conservar los derechos adquiridos de los trabajadores, también muestran como prioritario trabajar en varios frentes.

En efecto, aparte de mantener una buena tasa de crecimiento económico, se requiere avanzar en políticas que abaraten el empleo formal, que estimulen el crecimiento empresarial que genera una proporción muy importante del empleo del país, en políticas del cuidado que permitan a las mujeres reinsertarse laboralmente y, finalmente, en medidas que eleven la calidad y pertinencia de la educación.

En esto último, se debe continuar con el fortalecimiento del Sena y aprovechar los clústeres regionales, usando empresas y universidades exitosas como anclas a nivel territorial, para promover programas técnicos y pertinentes para la realidad sectorial de cada región.

Avanzar en estas políticas es indispensable para el mejoramiento de las condiciones socioeconómicas del país. Los últimos años han mostrado que la falta de empleo es la fuente mayoritaria de descontento social.

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