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Analistas 07/12/2021

Inclusión financiera: avances y desafíos

Alejandro Vera Sandoval
Vicepresidente técnico de Asobancaria

Una de las grandes noticias del país ha sido el notable avance en inclusión financiera en la última década. Según el último reporte de Banca de las Oportunidades, 89 de cada 100 colombianos tenían acceso por lo menos a un producto financiero al cierre de marzo de 2021, una cifra 27 puntos por encima del dato de 2010. Esto significa que, de un total de 36 millones de adultos, cerca de 33 millones ya estaban incluidos financieramente este año y que se cumplió la meta del Plan Nacional de Desarrollo con más de un año de antelación.

Esta buena noticia ha sido consecuencia, entre otras, de una coordinada política pública del Gobierno Nacional, donde sobresalen la Superfinanciera y Banca de las Oportunidades, de la aceleración que se dio en medio de la pandemia, y de la transformación digital del sector financiero colombiano.

En el caso de la pandemia, la dispersión de subsidios financiados por el Gobierno, para amortiguar los daños económicos derivados de los confinamientos, hizo que cerca de dos millones de colombianos adquirieran un producto financiero para recibir estos recursos en 2020-2021. En el caso de la digitalización, la apuesta de las entidades del ecosistema con productos como las cuentas simplificadas y las billeteras electrónicas permitió llegar a más personas. En este caso, las cifras muestran, por ejemplo, que dichas cuentas simplificadas activas pasaron de cerca de 2 millones en 2010 a 17 millones en 2020, multiplicándose por más de ocho en una década.

Sin embargo, persisten brechas que es importante cerrar para lograr el objetivo de que la inclusión financiera también redunde en mayor bienestar para los grupos vulnerables de la población.

En materia de uso activo de los productos, aunque se dio un crecimiento de 12 puntos entre 2014 y 2021, hasta 74% del total de adultos, la cifra se encuentra aún 15 puntos por debajo del nivel de acceso, por lo que persiste la tarea de mostrar los beneficios de mantener un uso transaccional de los productos y no simplemente abrirlos, retirar y dejarlos olvidados.

En materia de género, la brecha que, en 2017, era de 1 punto porcentual, llegó a 7 puntos en 2021. Aunque tanto en hombres como en mujeres las cifras de acceso superan 85%, es claro que una política orientada a la inclusión financiera femenina es necesaria.

En materia de edad, los adultos entre 41y 65 años alcanzan niveles de inclusión superiores a 95%, pero los jóvenes entre 18 y 25 años apenas llegaban a 80% en 2021. Aunque la brecha se ha venido cerrando, en línea con la mayor oferta digital de las entidades financieras, persisten diferencias que implican un mayor esfuerzo en personalización y agilidad para llegar a estos nuevos consumidores.

Finalmente, en materia geográfica, persiste una brecha muy grande entre las ciudades principales (con indicadores de 98%) y el sector rural del país que llega a niveles de inclusión de solo 57%-69% en 2021, y con muy leves avances en el último quinquenio. Aquí es clara la necesidad de una articulación público-privada que involucre conectividad y educación financiera como herramientas para llegar a los lugares más apartados del país.

Han sido muy importantes los avances y esfuerzos en este frente, pero ahora se requiere que el Gobierno y las entidades financieras aprieten el acelerador en políticas e instrumentos diferenciados para mujeres, jóvenes y el sector rural.

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