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EDITORIAL

Un vecino con una inflación de un millón

martes, 24 de julio de 2018

El FMI estima que la variación de precios de Venezuela al final de este año rondará un millón por ciento, una cifra que es el asomo de la debacle

Editorial

El Fondo Monetario Internacional (FMI) anunció que la variación de precios para este 2018 en Venezuela ascenderá a un 1.000.000%, una cifra que evidencia la magnitud de la crisis económica que atraviesa la gente del vecino país y que tendrá consecuencias negativas en Colombia en los meses venideros y los próximos años. Es muy simple: solo es recrear la situación en un barrio cualquiera en donde hay dos cuadras, una con un supermercado en donde los precios suben más de 5% cada día y otra en la que el valor de los productos solo cambia 3,5% cada doce meses. Por fabulesca que parezca la situación, es la que se vive entre Venezuela y Colombia, cuya consecuencia será que aumente la migración para nuestro país usado como puente para salir de una crisis profunda que nunca había vivido país alguno en la región.

Dice el FMI que “proyectamos un estallido de la inflación hasta 1.000.000% para el fin de 2018, para indicar que la situación en Venezuela es similar a la de Alemania en 1923 o Zimbabwe a fines de la década de 2000”, según las palabras de Alejandro Werner, economista jefe para América Latina (...) “El colapso en la actividad económica, la hiperinflación y el creciente deterioro en el suministro de servicios públicos (...) así como la falta de alimentos y precios subsidiados generaron grandes flujos migratorios cuyos efectos tenderán a intensificarse en los países vecinos”; todas palabras apocalípticas que no pueden verse lejos de nuestra situación. No es lo mismo que lleguen cada mes 60.000 venezolanos a las ciudades colombianas a que la cifra se empiece a contar en millones. Pero la desgracia no solo viene de la mano de la variación de precios, sino del drama social medido en la escasez de alimentos, medicinas, trabajos y salarios. El problema de la debacle económica que va a estallar en Venezuela, no es solo para Colombia sino para toda la región, y ese será uno de los mayores líos que deberá enfrentar el nuevo gobierno colombiano que se posesiona el próximo 7 de agosto.

El problema debe tratarse como regional, no solo binacional. Informes de prensa internacional estiman que “entre 2017 y 2018 unos 128.000 entraron a Brasil y unos 68.000 de ellos se dirigieron luego a otros países. Perú acogió a más de 353.000 en los últimos dos años (...) Para el FMI “con elevado déficit fiscal financiado enteramente mediante expansión de la base monetaria (...) mediante la emisión de nueva moneda, continuará alimentando una aceleración de la inflación, al tiempo que continúa el colapso de la demanda de moneda”. A los ojos de la banca multilateral, el PIB será negativo por tercer año consecutivo en 18%, lo que significa una sostenida recesión que ya llega a 50%. Ninguna economía en el mundo ha sobrevivido a una inflación tan prolongada como la que padece Venezuela, que dicho sea de paso no ha colapsado porque el repunte de los precios del petróleo a sostenido las malas políticas del gobierno abiertamente antidemocrático. Los militares tienen la sartén por el mango y generan una diáspora de personas para desestabilizar la región y culpabilizar a sus vecinos como Colombia, Panamá, Perú o Ecuador. La banca multilateral, el gobierno estadounidense y en general todos los foros de naciones de occidente deben tomar cartas en el asunto pues la estrategia de quienes hoy detentan el poder en Venezuela es exportar su caos para impactar al vecindario, y eso Colombia lo debe saber y enfrentar.

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