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EDITORIAL

Solo creciendo la economía se baja la pobreza

lunes, 15 de julio de 2019

Colombia sigue siendo un país desigual que solo avanzará si hay políticas de Estado en función del crecimiento económico que permita reducir la pobreza en ciertas regiones olvidadas.

Editorial

El verdadero problema de Colombia no es solo la sobrediagnosticada desigualdad sobre la cual se apalancan ideas de modelos económicos populistas basados en la expresión de “quitarle al rico para darle al pobre”, una suerte de paradoja que busca nivelar por lo bajo en un mundo “ideal” donde solo haya pobres, justo lo que sucedió en Venezuela o Cuba. El Dane viene midiendo la pobreza en Colombia desde hace muchas décadas, pero hace relativamente pocos años sigue la metodología del Nobel indio de 1998, Amartya Sen, que propone calcularla de formas directas e indirectas. La primera, evalúa los resultados de satisfacción que tienen los colombianos respecto a asuntos vitales como salud, educación y empleo, entre otras. La segunda, la medición indirecta, mide la capacidad de consumo o adquisición de bienes y servicios que tienen los hogares. La pobreza monetaria tiene más que ver con esta segunda medición y se logra a partir de la llamada medición del ingreso per cápita corriente de la unidad de gasto o el ingreso corriente de la unidad de gasto dividido por el total de integrantes de la misma familia y se compara con lo que vale la canasta de alimentos. A la luz de los últimos datos del Dane, la línea de pobreza extrema o línea de indigencia colombiana de 2018 -dato más reciente- fue de $117.605 y la línea de pobreza monetaria de $257.433. Explica, la oficina de estadísticas, que “la población cuyo ingreso per cápita se encuentra entre $0 y $117.605 corresponde a 7,2% de la población colombiana que vive en condición de pobreza extrema y aquellos que van entre $0 y $257.433 corresponde a 27% de la población que vive en situación de pobreza”. Según ese mapa, las distancias entre la Colombia más urbanizada y la rural profunda se hacen más grandes, diferencia que es el caldo de cultivo que hace crecer el narcotráfico como combustible de la inseguridad. Los departamentos que presentaron las líneas de pobreza monetaria más altas fueron Atlántico, con $282.305; y Quindío, con $266.749. Bogotá obtuvo $278.129. En el otro extremo, Nariño con $225.119; Chocó con $222.032 y Cauca $213.930 presentaron las líneas de pobreza más bajas. Hay una gran diferencia pues según el Dane una familia de cuatro personas se considera en situación de pobreza monetaria en Atlántico si el ingreso total del hogar está por debajo de $1.129.220, mientras que una familia del mismo tamaño sería considerada en situación de pobreza en Cauca si su ingreso es menor a $855.720.
Esas son las diferencias que hay que recortar, pues las dos regiones tienen grandes vocaciones económicas, pero la inseguridad y el olvido estatal marcan las brechas en el desarrollo, incluso, es en la pobreza en donde se incuban las ideas populistas. No todo es triste, “el mayor crecimiento nominal de la línea de pobreza monetaria se dio en Santander y Risaralda, donde la línea de pobreza monetaria pasó de $258.039 a $265.857 y $252.774 a $260.244, respectivamente. En cambio, el departamento con menor crecimiento nominal fue Chocó al pasar de $217.366 en 2017 a $222.032 en 2018.
Solo creciendo la economía, empujando los sectores estratégicos, el mapa de la pobreza empezará a cambiar y eso solo se consigue si hay un pacto por el crecimiento económico en el que el Gobierno sea un jugador y un abonador del territorio para que crezca la iniciativa privada.

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