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EDITORIAL

Recuperar grado de inversión, una obligación

lunes, 19 de diciembre de 2022

En el gobierno anterior se perdió el grado de inversión de la economía, un avance logrado durante Santos, ahora a Petro le corresponde recuperarlo para mejorar las inversiones

Editorial

Al finalizar el primer semestre del año pasado, la economía colombiana perdió uno de sus bienes más preciados: el grado de inversión, que no es una cosa distinta al buen nombre y la confianza para que lleguen inversiones extranjeras. La última vez que al país le ocurrió esa misma situación fue en 1999, durante la administración Pastrana y tuvieron que pasar tres gobiernos (dos de Uribe y uno de Santos) para recuperar la calificación y ponerle el foco a atraer inversionistas de peso a los distintos sectores de la economía.

La conclusión es muy simple, los ministros de Hacienda de turno no saben sortear las grandes crisis económicas globales y siempre que ocurren, la buena nota de inversión se evapora. Al final del siglo XX, fue el coletazo de la crisis mundial de 1998 y el año pasado la pandemia derivada del covid-19, que aún tiene secuelas y que no ha sanado del todo, además de que mantiene al mundo nervioso y en medio de una inflación galopante y con aroma una recesión el año que viene, según los comentadores económicos. Al terminar la primera quincena de diciembre, el país volverá a cerrar el año sin modificaciones en su calificación crediticia.

Fitch Ratings mantuvo en BB+ estable, favorecido, en parte por “fundamentos crediticios estables” y la agenda de reformas que adelanta el Gobierno Petro. Lo que no es distinto a decir que el mercado ya había asimilado que la revisión del grado de inversión no se va a dar por ahora y que Colombia seguirá siendo un alto riesgo para traer capitales. Y es que el tren de reformas en la agenda del nuevo Gobierno Nacional, que ya completa cuatro meses, tiene nervioso a los mercados. Primero fue la cuantiosa Reforma Tributaria, luego la sin salida de dejar de lado las exploraciones y explotaciones petroleras; y en turno están dos reformas estructurales que impactarán las eventuales inversiones extranjeras, como son la pensional y laboral y la anunciada tributarias en las regiones para ir reduciendo un déficit fiscal disparado por encima de 6%.

Lo que más está pesando en el grado de preocupación de las agencias calificadoras de riesgo es el monto de la deuda externa, que debe sobrepasar 60% del PIB, también derivado de la pandemia. Si bien Colombia es un país buena paga y que siempre ha honrado sus deudas, los gobiernos de turno no han sido eficientes en los ahorros ni en atajar la corrupción. La economía doméstica se matriculó en la “universidad de las firmas calificadoras de riesgo” en los años 90 cuando Standard & Poor’s le dio la bienvenida con una nota BBB- que consistía en tener grado de inversión; Moody’s Investors Service calificó al país como grado especulativo y las cosas desde entonces han sido de altibajos.

Luego de la internacionalización y de apertura económica, Colombia experimentó su mejor momento de inversión con una calificación BBB de Fitch, que hasta ahora ha sido la más alta en la historia. Con Samper y Pastrana las cosas empeoraron en lo político y económico, en medio de un mundo enrarecido, situación que se sorteó en las cuatro siguientes administraciones, hasta el año pasado cuando todo cambió. A las autoridades económicas actuales les corresponde, como un imperativo, recuperar el grado de inversión, no solo con reformas tributarias ni bajando el endeudamiento, sino dando señales de seguridad jurídica y de respeto por la economía de mercado.

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