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EDITORIAL

Mucha dependencia y falta de competencia

miércoles, 27 de septiembre de 2017

Hace ocho días comenzó la huelga de pilotos que afecta a Avianca, la situación ha puesto en jaque a sectores clave de la economía

Editorial

Colombia vive de paro en paro, de huelga en huelga y de protesta en protesta, y si se sumaran las pérdidas económicas que dejan esos choques sociales y laborales, entre trabajadores, sindicatos, empresarios, gremios y el Gobierno Nacional, nos ahorraríamos algunas reformas tributarias. La huella de freno laboral del país es una de las más altas en el mundo, vivimos una cotidianidad de permanente conflicto que nos mantiene lejos del bienestar; cada semana se registran protestas en todos los rincones de la geografía con el objetivo específico de torpedear, afectar o llamar la atención de los medios y las autoridades económicas sobre asuntos justos en su mayoría, pero irracionales en algunos casos. Desde las marchas cocaleras, pasando por las protestas campesinas y los frecuentes paros de profesores y camioneros, se hacen las mismas cuentas de las pérdidas por los diferentes ceses de actividades y los efectos colaterales que éstos dejan. Los costos de las reivindicaciones sociales, políticas, económicas y laborales son altos, no solo para quienes deben pagarlas de los ingresos de las empresas, sino para quienes demandan bienes y servicios de una economía como la colombiana que goza de un gran mercado interno. Los pilotos de la principal aerolínea que sirve al país entraron a paro hace ocho días y no hay soluciones a la vista, pues las posiciones son radicales afectando el libre desarrollo del mercado. Avianca mueve casi cinco de cada 10 vuelos aéreos; transporta a 60 de cada 100 pasajeros domésticos y a 40 de cada 100 que viajan al exterior. En términos de carga, a través de Deprisa, mueve 43,1% de este mercado; es la espina dorsal de la movilidad aérea de personas y mensajería física. Hace un año cuando el país económico experimentó uno de los paros más largos de camioneros de su historia, 45 días, saltaron las alarmas sobre la necesidad de desarrollar el transporte multimodal que involucrara ríos, trenes, camiones modernos y obviamente los aviones, pero el paro se levantó, se judicializaron los responsables y volvimos a las mismas con las mismas. Ahora que no son los camioneros sino los pilotos que tienen el grueso de los viajes de personas en aviones de Avianca, queda al descubierto que no es bueno depender de una sola aerolínea que en medio de sus problemas es eficiente y que se cuenta entre las mejores del mundo, pero un país con más de 45 millones de pasajeros entre los viajes domésticos e internacionales merece mayor competencia para no depender de una sola empresa que -dicho sea reconocerla- está en esos lugares porque es tradicional y ha hecho las cosas bien. Y si la actual situación despierta esta reflexión sobre las consecuencias de una buena posición en el sector aéreo comercial, también hace reflexionar sobre la falta de interés por parte de los competidores. Colombia es de los pocos mercados de la región en donde operan (existen) las tres grandes aerolíneas de la región: la chilena Latam; la brasileña Avianca y la centroamericana Copa, todos jugadores de primera línea en el continente, incluso líderes sólidos en países similares a Colombia, pero que aquí compiten con timidez. La situación de paro de los pilotos de Avianca y sus efectos colaterales en la economía hace reflexionar sobre la necesidad de más competencia en la aviación y en que hay un impacto económico ocasionado por la dependencia a una sola empresa.

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