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El conflicto en el viejo continente va para rato, con consecuencias enormes para la economía, sin contar las pérdidas humanas y la incertidumbre sobre la recuperación
En solo 100 días que completa la invasión de Rusia sobre Ucrania han muerto cerca de 4.200 civiles y han sido desplazadas casi 7 millones de personas, pero son miles de niños los más afectados que se han quedado entre dos mundos sin protección, pues sus padres se han tenido que enlistar en un conflicto que pinta para largo rato. Es un auténtico dèjá vú el que vive Europa tras la anunciada invasión rusa a uno de sus países satélites; los recuerdos ya remotos de dos guerras mundiales y de conflictos menores como el de la ex Yugoslavia, retumban en pleno año 2022. El manto de incertidumbre se extiende en el tiempo luego de la invasión y de que, como mecanismo de protección, Suecia y Finlandia, hayan solicitado hacer parte de la Otan, principal motivo de la agresión rusa sobre Ucrania.
Las consecuencias económicas, tras 100 días de guerra, son enormes: la inflación alta desde los dos años anteriores de pandemia se aceleró tras la disparada de precios del petróleo, que no han bajado de US$100 el barril desde el pasado febrero, cuando las tropas avanzaron sobre Kiev. A la carestía de los combustibles se sumó el alza en todo el mundo de cereales como maíz, sorgo y trigo, que viven un auténtico boom de precios fruto de la salida del mercado internacional de los granos cultivados en esa región.
Para Colombia, la guerra en Europa ha sido agridulce. La primera parte de la afirmación porque la situación se convierte en una amenaza vía Venezuela, socio político y económico de rusos y chinos, muy a pesar de que Estados Unidos ha tenido que acudir al régimen de Nicolás Maduro para negociar la entrada de su petróleo al mercado internacional, de tal manera que remplace unos 300.000 barriles diarios que Vladímir Putin le surtía a Joe Biden. Esa amenaza venezolana y el giro estadounidense no dejan de tener nerviosos a los políticos locales. Y es dulce la noticia de la guerra vía precios del petróleo. Colombia hoy produce unos 730.000 barriles diarios, que son negocio incluso vendiéndose a US$40, pero con la disparada del precio del Brent a más de US$100, hay una auténtica fiesta de ingresos fiscales. Por cada dólar que sube el crudo en el mercado internacional, a Colombia le entran US$130 millones aproximadamente.
Una guerra nunca es buena y en esta etapa de 100 días solo ha dejado desolación y muerte, como todas, pero al final cuando todo se decante, las cosas para Occidente serán mejores, pues el agresivo régimen ruso habrá perdido su oportunidad histórica de crecer en el hemisferio y jugar con las líneas de la libertad y libre mercado.
Todo no está servido en materia de consecuencias económicas, aún las sanciones impuestas por los gobiernos de Occidente y la banca multilateral a Rusia no se han hecho efectivas plenamente, y cuando esto ocurra muchas cosas sucederán y podrán verse en las redes sociales, el sistema financiero y el floreciente mundo de los criptoactivos.
El mundo ha entrado en otra etapa de beligerancia, no muy distinta a la vivida en la primera, tercera y cuarta década del siglo pasado, el problema es que ahora las armas son distintas, el mundo está globalizado, las nuevas generaciones no conocen la historia y quizá, como reza el adagio popular, están condenadas a repetirla.
Es un momento para los grandes líderes universales, para los gobernantes y para el sistema de gobernanza global, hacer que pare el derrame de sangre sobre Ucrania, al tiempo que se recupera la normalidad económica.
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