Latinoamérica ya había tenido giro a la izquierda

La economía ya había descontado la llegada del diputado y exlíder estudiantil, Gabriel Boric, de 35 años, a la Presidencia de Chile. Lo que ahora sucede en el mercado secundario solo es la ratificación de una realidad esperada en un país que atraviesa el cambio de constitución, pero que sigue siendo el ejemplo de milagro económico en la región.

Para Colombia, es importante lo que sucede en el país austral porque hay empresas multilatinas de las dos naciones, que son fundamentales para las economías, solo para citar el caso de Falabella o de Sura, jugadoras en los mercados como si fueran locales. Pero lo más importante es que muchas de las reformas en seguridad social fueron copiadas en los años 90, tanto en Colombia como en Perú, y hoy están bajo el ataque del nuevo gobierno de izquierda, que tuvo su maduración política y electoral durante las violentas e inesperadas protestas estudiantiles.

La estructura económica chilena fue el modelo a seguir o copiar por su efectividad para sacar a millones de personas de la pobreza, basados en las tesis de Milton Friedman de reducir el Estado a actividades mínimas y entregar a la competencia en el sector productivo, servicios subsidiados como la educación, la salud o los públicos, además de todos los avances en infraestructura. El éxito de un “Estado mínimo” se acompañó con planes exportadores que han convertido a Chile en un gran jugador en frutas, carnes, vinos, pescado y el siempre tradicional cobre, que sigue siendo la espina dorsal de sus ventas externas.

La pregunta clave ahora es si las propuestas de campaña del joven Presidente ponen en jaque una exitosa economía y asuntos como las exportaciones, los impuestos, la competividad y las pensiones serán enfoques a desaparecer. Es muy prematuro pronosticar qué va a pasar, lo único cierto para Colombia es que la situación política de la región hace temer que sea un hecho la llegada a la presidencia colombiana de un candidato de izquierda, pues el péndulo de Latinoamérica así lo muestra.

Pero esta situación ya la había visto la región y no hay que romper las vestiduras ni tirar las campanas al vuelo. A comienzos del siglo XXI, hubo un momento en el que confluyeron presidentes de izquierda y fue Colombia el único fiel de la balanza. Hugo Chávez mandaba en Venezuela, al mismo tiempo que Evo Morales en Bolivia, Lula Da Silva en Brasil, Ollanta Humala en Perú y Rafael Correa en Ecuador; más tarde se les sumó José Mujica en Uruguay. En ese momento, el fiel de la balanza fue el expresidente, Álvaro Uribe, quien tuvo que demostrar por qué la economía de mercado, la propiedad privada y la seguridad fueron las mejores herramientas democráticas para sacar a más personas de la pobreza.

No se puede caer en el error del “presentismo”, que consiste en juzgar la situación pasada con valores del presente, pero sí se pueden mirar aciertos y desaciertos, descontando las externalidades y localidades de cada país. Hoy Colombia es la cuarta economía de la región (muy cerca de ser la tercera), la que más crece en términos de PIB y tiene una estabilidad democrática de vieja data, situación sobre la que se deben construir las mejoras en el bienestar y ejecutar reformas pendientes dentro de un orden de modelo que no redistribuya pobreza, sino que genere las condiciones para que más colombianos tengan sus necesidades básicas satisfechas y se reduzca la precariedad.