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Una persona está en situación crítica si vive con menos de $435.375 mensuales, a la luz del último índice de Pobreza monetaria, han salido dos millones de personas de este estado
El año pasado la pobreza monetaria, que se refiere a la cantidad de ingresos que tiene una persona o una familia para pagar sus gastos mensuales, cobijaba a casi 17 millones de colombianos, según las cuentas del Dane; si bien es una cifra enorme, la tendencia a la baja que sigue este indicador es muy bueno para las cifras del país.
Según las cuentas de la entidad de estadísticas oficiales, han salido de ese estado unos dos millones de personas; algo bueno está pasando en este caso, así solo sean datos estadísticos o el simple regreso a un año normal, luego de las herencias de la pandemia.
Las cifras del Dane deben ser respetadas (como lo hace la Ocde); es muy dañino para el país económico que se usen o manoseen políticamente, que se les otorgue credibilidad con el filtro político de turno. Durante la pandemia se disparó la pobreza entre los colombianos y ascendió hasta 21 millones de compatriotas en estado de necesidad; siete de ellos padecían miseria extrema.
La cifra de pobreza en Colombia debe estar rondando unos 15 millones de personas, de los cuales 4 o 5 millones deben estar en pobreza absoluta, número que debería plantear retos en términos de políticas públicas. Hacer populismo con los colombianos más necesitados es un exabrupto que hay que condenar. Disminuir la pobreza debería ser el gran imperativo de los alcaldes, gobernadores, y por supuesto, del Gobierno Nacional, que destina millonarios recursos para acabarla o reducirla; hay montones de entidades de orden nacional y regional que manejan millonarios recursos que bien invertidos pudieran marcar la diferencia.
No hay metas concretas ni compromisos por parte del Gobierno para la reducción de la pobreza, no se habla de cifras ni de objetivos mega; como puede ser bajar la pobreza multidimensional y monetaria a las cifras más bajas de la historia. La actual administración yerra cuando habla de los pobres y los más necesitados, pero no se compromete en solucionar uno de los problemas más graves del país.
La multidimensional es la carencia de salud, vivienda, educación, las otrora necesidades más básicas del ser humano, mientras que la monetaria es no contar con los recursos más simples para comprar un mercado, es decir el mínimo de la canasta familiar o el carrito de mercado (unos 250 productos), que debe estar en menos de $300.000. Son problemas sociales parientes, que deben trabajarse en los dos sentidos, garantizando trabajos formales para que una persona le alcance para comprar su mercado y que en el largo plazo pueda solucionar las necesidades básicas para construir una familia.
No se puede desligar la pobreza monetaria de la multidimensional, son las expresiones de un mismo problema que no es nada distinto a no tener trabajo fijo. El asunto se agrava cuando la persona tiene obligaciones como cabeza de familia, esposa e hijos que derivan sus necesidades de un solo empleo.
Lo primero que debe proponerse el Gobierno es trabajar con las centrales obreras y los gremios de producción en una verdadera reforma laboral que genere más empleo formal, no como la que cursa en el Congreso que es más bien un pliego de privilegios sindicales y no una solución estructural al desempleo y la informalidad.
El peor escenario es minimizar que la pobreza cae, independiente de la cifra, son datos del Dane y hay que creerles para bien del seguimiento de la economía.
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