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Recaudo tributario sigue sin llegar a la meta
Hoy es un día negro para la economía, no solo se oficializa que no habrá regla fiscal por tres años, sino que se presenta un marco fiscal de mediano plazo traído de los cabellos
¿Qué pensarán los economistas y profesionales afines de ver cómo el Gobierno Nacional se pasa por la faja los mínimos de ortodoxia económica al flexibilizar la regla fiscal y presentar un irreal Marco Fiscal de Mediano Plazo?
En toda esta coyuntura tan crítica para la economía central, las universidades han brillado por su silencio. No hay mucho documento, posiciones, eventos, análisis o ensayos académicos sobre esta etapa de temeridad fiscal del Gobierno Nacional; los pocos documentos que circulan son elaborados por los departamentos de investigaciones de los bancos, de algunas empresas y los gremios, más no, por las facultades de economía que, nuevamente, demuestran vivir en una burbuja de anaqueles bibliográficos.
La ciencia económica tiene varios retos a futuro, en Colombia y en todo el mundo; el primero, y más inmediato, tiene que ver con el impacto en su ejercicio científico de la inteligencia artificial, externalidad tecnológica que será capaz de suplir hasta los modelos econométricos más sofisticados; el segundo, es el eterno problema de la divulgación de sus postulados disruptivos e innovadores, que caen en el sueño de los justos sin que sean ampliamente conocidos; y el tercero, y no menos importante, es la sensibilización (léase formación) en la opinión pública de sus recomendaciones científicas.
Desde hoy viernes 13, muchas cosas cambiarán para la economía colombiana, tradicionalmente ortodoxa, el Gobierno publicará el Marco Fiscal de Mediano Plazo, mediante el cual se oficializa que la llamada regla fiscal quedó aplazada por los próximos tres años, 2025, 2026 y 2027; vale la pena recordar que durante el año más triste de la economía mundial, la pandemia, solo se aplazó por 24 meses, por obvias razones, pues el mundo estaba parado.
Quitar la regla fiscal no es nada distinto que eliminar las normas o protocolos institucionales para poder pedir más dinero prestado y gastar lo que no tenemos ni producimos, pues el ahorro no es verbo que conjuga esta administración. Y si el Ministro de Hacienda y sus técnicos deciden que hay que endeudarse para enfrentar un año electoral, las firmas calificadoras de riesgo van a bajarle la calificación a la economía de manera automática, es decir, que la banca comercial y la multilateral le prestarán más caro a Colombia.
Hoy, el costo de la deuda nacional está casi el doble por encima de economías similares como Chile, Perú o México, y el interés actual está al nivel de Nicaragua y Guatemala; eso sin contar que todo el sistema asegurador de los empréstitos también subirá.
Después de los anuncios explícitos que conlleva el marco fiscal, vendrán unos efectos colaterales de enorme impacto en el ejercicio de los próximos gobiernos. La academia debería estar más atenta, al interior de sus centros de investigación científica, y advertir más sobre las consecuencias de una mala gestión administrativa.
El Gobierno Nacional, que en pocas semanas entrará en sus últimos 365 días, se ha equivocado grotescamente en no desarrollar políticas de reactivación, ni mejorar su capacidad de recaudo y ataque frontal contra la evasión y la informalidad; desgreño que se notará en el momento de presentar el marco fiscal para los años venideros, pues una economía que no crece, no genera empleo, no paga impuestos y para funcionar tendrá que endeudarse más.
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