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La economía de la pospandemia debe tener una alta dosis de protección al consumo y a la producción de los buenos productos locales, pues está demostrado que no todo es global
Las grandes corporaciones pioneras de la cuarta revolución industrial que ahora dominan la economía mundial han crecido a sus anchas sin mucha regulación sobre la explotación de los datos personales y el no pago de impuestos en países de donde derivan sus millonarios ingresos. Ese marco ha permitido que Amazon, Facebook, Apple y Google, entre otras multinacionales, siempre estén presentes en la cabeza de los rankings empresariales y que sus socios fundadores lideren las listas de millonarios en Forbes y Bloomberg. Y la economía de los próximos años seguramente va a fortalecer esta situación en la que los datos, la información y el consumo global serán las variables permanentes de una ecuación ganadora en la que el país debe mover fichas si quiere ser un invitado importante en donde el papel de líderes o gregarios determinarán el desarrollo de las sociedades.
No se trata de inventar o desarrollar un Facebook o un Google colombianos, mucho menos intentar montarle competencia a Amazon, el objetivo debe ser identificar los liderazgos locales y fortalecerlos. La prospectiva geoeconómica ha estado llena grupos de países que comparten rasgos comunes para desarrollarse, tales como los Tigres Asiáticos, los Brics o Civets, nombres con los que se juntaban varias economías para hacer las apuestas de inversiones. Colombia hacía parte de los llamados Civets, al lado de Indonesia, Vietnam, Egipto, Turquía y Sudáfrica, países que tenía en común varias cosas interesantes como la juventud de su población, conflictos internos recientes o alta población, pero para este análisis, lo importante era que tenían una red empresarial local robusta y que eran las compañías locales las que dominaban algunos sectores. En Colombia, por ejemplo, son los banqueros locales los líderes en el sector financiero, en la producción de alimentos, de cemento y de línea blanca como se conoce a los electrodomésticos básicos, entre otros nichos. Ese redescubrimiento no es menor y debe catapultarse a otros sectores estratégicos como puede ser el transporte o las aplicaciones para los celulares, pero para llegar a ese liderazgo sectorial deben pasar muchas cosas como la inversión estratégica puntual para lograr avances a largo plazo. No se trata de ser proteccionista con los productos y servicios locales, aunque esa acción comercial está revaluada y ahora es más común, sino de generar conciencia sobre la importancia de contar con unos mínimos de seguridad manufacturera, industrial, comercial, tecnológica o financiera. Colombia es uno de los países más importantes en la región y una de las 40 economía de la Ocde; debe mejorar en buenas prácticas globalizadas sin descuidar la protección de la red industrial local que al final de todas las cuentas es la que genera empleo y paga impuestos. Los discursos económicos nacionalistas no funcionan en tiempos de redes sociales externas, globalización y de libre mercado, pero si hay que desarrollar políticas públicas de igualdad de condiciones con las grandes multinacionales. Un gran comienzo es lograr que en una eventual nueva reforma tributaria en 2021, las grandes compañías del entretenimiento, comunicación e información paguen impuestos justos de tal manera que emprendimientos colombianos puedan reclamar más inversiones para poder crecer. Una suerte de 4x1000 para emprendedores que ese impuesto se saque de las grandes tecnológicas.
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