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No han sido buenas las relaciones entre cafeteros y el gobierno, pero por el bien de la economía, debe aceptar que si hay un sector que está aportando mucho al crecimiento, es el café
La capacidad que tiene el sector cafetero de reinventarse es enorme, así existan exfuncionarios de la Federación Nacional de Cafeteros, exministros de Hacienda, de Agricultura, y hasta empresarios del café, que opinen lo contrario.
Colombia lleva más de un siglo apoyándose en el cultivo del grano, que si bien representa cada vez menos en términos de dólares, es casi irreemplazable en términos de reconstrucción de tejido social, bienestar en el campo y disminución de la pobreza.
Lo que hoy hace el grano en los departamentos del suroccidente colombiano (Huila, Cauca y Nariño), lo hizo hace un siglo en Antioquia, Eje Cafetero, Tolima y el norte del Valle, las tradicionales regiones cafeteras que lograron desarrollar una institucionalidad y el gremio pudo hacer las veces de Estado en docenas de municipios.
Hay tres noticias estupendas durante 2024 en el sector cafetero: una carga de café de 125 kilos vale unos $2,5 millones; una libra en el mercado internacional ha sobrepasado los US$3 y la cosecha se ha sostenido por encima de los 13,5 millones de sacos en lo corrido del año.
Una realidad que debe convocar al Gobierno Nacional a construir en medio de las vacas gordas, pues para nadie es un secreto que la administración central actual no es afín hoy a las directivas del gremio y no escatima momentos para irse lanza en ristre contra el gobierno gremial establecido; incluso, cultivadores militantes de izquierda han arremetido contra las tiendas Juan Valdez, una de las marcas insignias de la Federación a través de Procafecol, que ha logrado revivir una de las imágenes icónicas de Colombia en el mundo.
El sector cafetero ha sabido mutar de década en década, pasar de vacas flacas a gordas con el mismo modelo estratégico de grano de alta calidad con gran reconocimiento en el mundo. Hay muchas voces que empujan a los grandes cultivadores a pasarse a robustas más abundantes para mezclas que las variedades suaves, pero la Federación ha sido persistente en la estrategia de siempre, solo cafés suaves de gran calidad y sabor.
Eso ha llevado a que, muy a pesar de que los países de la región se hayan metido al negocio, Colombia no solo por cantidad, sino por calidad sea el arquetipo del café en el mundo. Las nuevas generaciones de cafeteros, muchos por fuera del gremio que maneja un enorme parafiscal, han logrado avanzar en mercados no cafeteros, como China o Japón, con marcas boutique que se han convertido en grandes fenómenos de emprendimiento global y que están abriendo caminos insospechados para el futuro de un sector agropecuario que lleva tres trimestres creciendo dos dígitos; según el último dato, de julio a septiembre, la economía se mantuvo en positivo gracias al aporte de los cafeteros al PIB agropecuario, en el que pesa más de 5%.
Algo bueno está pasando en el sector agropecuario colombiano de cara a las cifras del PIB, pero se sabe que no es cosa distinta a los buenos números del café. Una buena coyuntura para que las carteras de Comercio, Agro y Hacienda empiecen a trabajar con los cafeteros, apoyando el mejoramiento de la infraestructura en Huila, Cauca y Nariño, además de acompañar a los cafeteros con mayor bienestar para los cada vez más escasos cosechadores de café; son muchas las cosas que se pueden construir en tiempos de bonanza cuando el ideal es el bienestar del país y el mejoramiento económico.
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