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Afiliados pensionales
Lo que pasó con el estudio, análisis y discusión de la reforma pensional -en su paso por la Cámara- es la mejor muestra de la desidia que ha capturado el debate de las nuevas leyes
El flujo de trabajo diseñado por la Constitución para crear o rediseñar las leyes es muy simple: solo se aceptan iniciativas de origen gubernamental, parlamentario o popular; una vez la idea esté bien articulada, debe radicarse en la comisión respectiva, de acuerdo con su temática, que le asignará los ponentes y la incipiente “idea de ley” comenzará el paso por cuatro debates, dos en la Cámara (comisión y plenaria) y dos en el Senado (comisión y plenaria), y una vez sea aprobada pasará a conciliación y a la Secretaría Jurídica de Presidencia para que sea plasmada como nueva norma.
El trámite es simple, claro y obliga a que los congresistas estudien las normatividades con todos sus impactos, los costos, la conveniencia y lo hagan de cara al país.
Desde hace más de una década, en Colombia se habla con convencimiento de que hay unas reformas estructurales que deben hacerse para mejorar las cuentas fiscales y asegurar finanzas sanas en el largo plazo. Entre las que siempre se mencionan en ambientes tecnocráticos está, la reforma tributaria estructural, la del sistema de salud, la laboral, la de las autonomías regionales y la pensional.
Pues este Gobierno Nacional se dio el lapo y puso a andar la de la salud, la laboral y la pensional, con el gran error político de que quiso imponerlas sin negociar y para las cuales no tuvo en cuenta el impacto fiscal de las importantes iniciativas.
En el trámite de todas ellas, echó mano de la seducción de congresistas con burocracia y contratos, pero de lo que más hizo gala fue de la milimetría en los procedimientos de aprobación: horarios, citaciones, quórum, ponentes, largas jornadas y demás mañas que tienen capturado al Congreso de la República sin que los electores tengan en cuenta a la hora de volver a elegir los nombres de senadores y representantes.
La reforma más ambiciosa es la pensional que está a un milímetro de volverse ley y que instale en el país el sistema de pilares, con una centralización de todas las pensiones en Colpensiones y un fondo administrado por el Banco de la República.
Pero sucede que en la Cámara todo lo hicieron a la carrera y la Corte Constitucional ha devuelto la iniciativa para que hagan bien su trabajo y no se han puesto de acuerdo; mientras que los descabezados fondos de pensiones privados están en un limbo de sistema, Colpensiones sigue a caballo entre una entidad burocrática y otra técnica y el Emisor, que debe cargar con el fondo, no puede acomodarse sin que haya una ley que lo ordene.
Es un absoluto desastre mientras los congresistas preparan sus nuevas campañas y el país pensional sigue en un limbo sin precedentes. Es increíble que hasta ayer la Cámara de Representantes tenía oportunidad de presentar a la Corte las actas corregidas de las sesiones del 27 y 28 de junio pasado, en las que debía subsanar el vacío legal detectado por el tribunal, pero nada.
De declarar exequible el nuevo régimen pensional, la Corte deberá dar al sistema un par de meses con el fin de reprocesar el cambio en la población; es decir, el país cambia semana a semana y la situación de hoy no es la misma del primer semestre del año en curso. El trámite de la pensional es típico ejemplo de cómo se hacen las cosas en el Congreso y del impacto que tienen para el país económico.
Al menos, al final de este año, el ritmo con que camina en los mercados la inteligencia artificial es lento lo que genera muchas expectativas frente al impacto en la economía global
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