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EDITORIAL

Con la crisis griega, es mucho lo que se juega

martes, 7 de julio de 2015
La República Más
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Es difícil de creer que la salida de Grecia de la zona euro podría ser la solución, sería menos cruel que la pérdida de más de 30% de su PIB

 

El concepto de democracia y las condiciones económicas de los países que hacen parte de la Unión Europea, incluyendo a Grecia, son muy propias de ese bloque y no se pueden extender a otras regiones del mundo, en particular a Latinoamérica, en donde también hay características muy propias. 

Por eso, la decisión de los griegos de decir no al programa de ajuste y extrema austeridad, tiene que ser analizada dentro de ese contexto y solo el populismo tropical puede ser tan simple de considerarlo como un triunfo de los pueblos “valientes” del mundo.

Teniendo en cuenta que el gobierno griego deberá presentar hoy una propuesta a consideración de la llamada Troika, que conforman la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el FMI, es muy probable que se determine algún mecanismo para alcanzar una fórmula que permita el menor trauma a las economías del bloque y sin duda también al mundo. La directora del FMI, Christine Lagarde, ha dicho que el organismo ha tomado nota del referéndum y “estamos preparados para ayudar a Grecia si nos lo requiere”.

Sin duda que la discusión sobre una salida al problema ha trascendido la formulación técnica para dar paso a una solución política luego de lo ocurrido en el plebiscito popular y la renuncia del ministro de finanzas, Yanis Varoufakis, quien cree que así puede ayudar al Gobierno a alcanzar un acuerdo.

Hay que ser realistas. No alcanzar un acuerdo para enfrentar una salida a la crisis, es el peor de todos los escenarios, comenzando por ese país, pues se considera que implicaría su abandono del euro y la suspensión del pago de las deudas lo llevaría probablemente a mayor recesión, desempleo y tensión social. Finalmente, el pueblo griego terminaría pasándole la factura a su clase dirigente. En eso sí habría un parecido con la prolongada recesión en Argentina luego del “corralito” de 2001, que terminó con la desesperación del pueblo y un descrédito muy grande de la clase política. Esto parece haberlo olvidado la presidenta del país de esta zona del mundo.

También perderían las grandes potencias de Europa, comenzando por Alemania y Francia, que demostrarían su incapacidad para enfrentar sus problemas y una eventual destrucción de un sistema monetario que según los expertos está lejos de alcanzar una consolidación. Pero no solo eso: el mensaje que asimilarían los países menos poderosos de la zona sería el que no cuentan con la solidaridad en los momentos difíciles y en esos términos para qué seguir vinculados y cumplir las reglas, muchas de ellas impuestas.

La debilidad del euro es un golpe no solo para el Viejo Continente, sino para el resto del mundo, pues implica automáticamente un fortalecimiento del dólar, que no necesariamente es beneficioso para EE.UU. en tanto que Latinoamérica sí puede afectarse por una caída en la demanda europea.

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