Esta semana fue aprobado en el Congreso un acuerdo marco para impulsar la integración con Perú, Chile y México, con el propósito de dinamizar el trabajo conjunto hacia la cuenca del Pacífico y el continente asiático y, profundizar los tratados de libre comercio vigentes entre los cuatro países latinoamericanos, incluyendo el nuestro.
El problema es que esta negociación, que ratifica los acuerdos comerciales ya establecidos, implica que dichos acuerdos aplicarían para todos los productos, incluso aquellos sensibles para los cuales los países se habían reservado una protección en las negociaciones iniciales.
Con Perú, Colombia ya ha liberalizado casi todos los productos y no hay nada más que negociar; sin embargo, con México y Chile hay algunos productos con los que se debe ir con cuidado.
Nuestra balanza comercial con México es deficitaria, es decir, que es más lo que importamos de ese país que lo que exportamos. Según el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, para el periodo enero-febrero de este año, el déficit ha sido un poco más de USD$665 millones, para el mismo periodo de 2012 fue un poco más de USD$806 millones y para el 2012 de USD$596 millones, siempre deficitaria.
Con Chile la balanza todavía es superavitaria; sin embargo, se presenta un problema con este país, pues tiene una clausula en el acuerdo con Brasil que le exige extenderle los beneficios que otorga a otros países, en este caso hay productos como el azúcar y el café que sufrirían considerablemente pues la producción brasileña invadiría el mercado chileno.
México es firme a la hora de esta negociación y siempre trata de proteger su economía, especialmente los productos del agro, sector que fue duramente golpeado después del acuerdo comercial que suscribió con Estados Unidos; de algo debió servirle esa amarga experiencia. De ahí que todavía mantiene un 4% de sus productos protegidos. Chile mantiene el 2% de sus productos protegidos y Colombia el 3%; sin embargo, la intención que ha dejado ver el gobierno colombiano es liberalizar el 100%, mientras que los productores del agro han sido claros en pedir que al menos el 2,75% de sus productos permanezcan fuera de la negociación y se conserve el mecanismo de las franjas andinas que ofrecen un mínimo de protección hacia nuestros productos; si estas se eliminan, tal como lo buscaran los otros países de la cuenca del pacifico, defensa en la que nuestro Ministerio de Industria y Comercio ha sido tibio, traerá la debacle para nuestros agricultores y los millones de empleados y sus familias que viven de las actividades del agro.
Por ejemplo, para el caso de la carne de cerdo, si esta llegara a liberalizarse por completo o limitada mediante contingentes, México sería un gran beneficiado y también Chile. Mientras México y Chile exportan 64 mil y 100 mil toneladas de este producto al año respectivamente, según un documento de la SAC, Colombia produce apenas 241 mil toneladas y no tiene capacidad de exportación. Si por alguna razón nuestro país lograra ser exportador no podría entrar al mercado mexicano pues, este mediante barreras fitosanitarias, exige que la carne que entre sea libre de aftosa sin vacunación, elemento que Colombia no cumple.
El agro colombiano tiene 20 años de rezago tecnológico y por eso la producción no es más competitiva, además del evidente problema del retraso en infraestructura.
La fiebre del presidente Santos por ser protagonista de la Alianza del Pacífico no debe precipitar las negociaciones y cada cosa debe ser bien estudiada, porque en materias tan delicadas donde está en juego el agro colombiano, ávido de tantas reivindicaciones, los beneficios otorgados deben traducirse en mayores beneficios recibidos.