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Las principales asociaciones rurales de Argentina, uno de los mayores exportadores de alimentos del mundo, comenzaron a primera hora del sábado una huelga comercial de cinco días en protesta contra las regulaciones de los mercados que aplica un Gobierno al que están enfrentados desde hace años.
Acosados por el alza de los costos de producción en medio de una elevada inflación, por los altos impuestos y por el clima irregular -que dejó una cosecha inferior a la prevista inicialmente-, los dirigentes rurales empezaron la protesta con la que intentan golpear al Gobierno meses antes de las elecciones de medio término. "El paro empezó con normalidad y va a extenderse hasta la medianoche del miércoles.
Hoy ya hay un acto en Santa Fe (la tercera provincia agrícola de Argentina), con asambleas en diferentes puntos del país", dijo el sábado Julio Currás, vicepresidente de la Federación Agraria Argentina.
Habitualmente, las huelgas de escasa duración no afectan en gran medida a las exportaciones agrícolas del país, que es el tercer proveedor internacional de soja y maíz. Pero esta vez podrían verse afectados algunos embarques de maíz, ya que las existencias de los exportadores actualmente son reducidas.
En los principales puertos de granos del país -la mayoría en la ciudad de Rosario y sus alrededores- las reservas de maíz son escasas, luego que los agricultores argentinos prácticamente interrumpieron la recolección del cereal para priorizar la trilla de la soja. La dependencia internacional de Sudamérica como fuente de maíz y soja creció en 2013 debido a que las reservas estadounidenses de ambos granos se encuentra en sus niveles más bajos en años.
El Gobierno argentino aplica altos impuestos a la exportación de granos y restringe la exportación de maíz y de trigo -con el argumento de garantizar el abastecimiento doméstico de alimentos, medidas que según los productores agropecuarios afectan la rentabilidad del sector.
La huelga comercial también incluye a la ganadería, una actividad tradicional en Argentina que en la última década atravesó una crisis ya que muchos chacareros la abandonaron para dedicarse a otros negocios más rentables, ante unas políticas intervencionistas que denuncian como adversas.
Los chacareros de Argentina están enfrentados al Gobierno de Cristina Fernández desde el 2008, cuando un intento oficial de elevar los impuestos a la exportación de soja fue resistido por el sector con extensos ceses de comercialización que forzaron a las autoridades a dar marcha atrás con la medida.
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