El comercio electrónico no tiene fronteras

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El Comercio Electrónico es una industria relativamente joven que nació junto con el internet en los años 90. En muy poco tiempo, ha logrado transformar muchos sectores, brindando al consumidor sinnúmero de factores de conveniencia para realizar sus compras.

De igual forma, el Comercio Electrónico también ha implicado un cambio en los paradigmas de las relaciones económicas, pues desdibuja fronteras, tal como lo hace Internet, al ofrecerle a los consumidores una oferta infinita de productos en línea. A través de Internet, se puede llegar a cientos de millones de personas a muy bajo costo. Esto permite que más modelos de negocio puedan ser rentables en la economía digital, al tiempo que se contribuye a la eficiencia de los mercados pues aumenta el número de oferentes, de consumidores, se facilita la comparación de precios, la información a través de las reseñas de otros clientes y los costos de transacción disminuyen. Todos estos factores de este nuevo medio transaccional inciden en beneficios sobre los consumidores y en definitiva sobre la economía.

Colombia no ha sido ajena a toda esta transformación del comercio tradicional. Si bien el país aún se encuentra rezagado respecto a la región y al mundo en términos del porcentaje de la población que realiza compras online, el valor de las transacciones que son hechas y pagas a través de internet creció un 20% en 2018, cifra muy superior a las tasas de crecimiento de ventas de otras industrias. Y este crecimiento ha estado jalonado tanto por empresas extranjeras como por empresas colombianas que están viendo en el país un mercado atractivo y con potencial en el área de la economía digital.

A esto debe sumársele que el comercio electrónico se puede constituir como una herramienta invaluable para lograr la tan anhelada diversificación de la canasta exportadora del país. Varios emprendimientos nacionales ya están usando el internet como vitrina de sus productos, promoviendo las exportaciones de productos de valor agregado.

El comercio electrónico debe entonces consolidarse en el país como la base del crecimiento económico en el marco de la transformación digital, en esencia porque tiene la capacidad de dinamizar los intercambios económicos de las personas, tiene la vocación de desintermediar sectores claves de la economía, lo que aporta importantes beneficios para la competitividad del país en general. Dicha consolidación requiere de un trabajo público privado, en aras de lograr mayor fomento al sector. No obstante, encontramos que en la reforma tributaria se planeta una propuesta de devolución del IVA únicamente para el comercio en físico, generando una inequidad en el sector, que consideramos debiera ser modificada, pues el futuro de las compras se encuentra en el comercio electrónico.

Desde la Cámara Colombiana de Comercio Electrónico desarrollamos líneas de políticas públicas claras, para que los beneficios del comercio electrónico no queden reducidos solamente a una clase de productos y las empresas vean en éste nuevo canal una oportunidad para apalancar su crecimiento. Sin embargo, se requiere de un marco regulatorio acorde a estas nuevas realidades. Si bien el gobierno actual ha mostrado gran interés en impulsar la cuarta revolución industria en Colombia, el marco regulatorio del país aún no está acorde con las disrupciones que esta industria ha causado en los distintos sectores económicos, encontrando además que la definición de política pública de ciertas entidades no está en línea con la directriz del gobierno en materia de economía digital, como tampoco con los beneficios que trae el comercio electrónico para el país.