“¿Por qué los hombres se preocupan tanto por la belleza de su propio cuerpo y luego no se preocupan por la belleza de su propia alma?”
El colectivismo empobrecedor no avanza solo por la fuerza de los saqueadores, sino por la culpa moral de los productores. Al socialista le basta con convencer al empresario de que es moralmente sospechoso