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Analistas 28/04/2020

Se hace suficiente por el empleo

Simón Gaviria Muñoz
Exdirector de Planeación Nacional

Dicen que cuando le preguntaron al Dr. Carlos Ardila Lulle durante la crisis de final de los 90s cómo se salía de ella, dijo: “Lo que se necesita es tiempo.” No en vano de los $480 billones de crédito del país, ya muchos, aprendiendo de crisis anteriores, reestructuraron preventivamente $110 billones. Lo que necesitan los hogares, las empresas, y las finanzas del Estado es tiempo. Tiempo para trabajar, ajustar costos, y facturar. Lo que podamos hacer protegiendo el sector productivo ahora, hará menos dura la crisis social y más fácil la recuperación. Para la sociedad es mejor mantener empleados con ingresos que desempleados con subsidios.

Las acciones del Gobierno y el Banco de la República han funcionado ofreciendo liquidez, pero el tiempo se consigue reorganizando el total de la deuda no solo ayudando a endeudarse más. Y como en casi todos los temas de política publica, ya Chile y Perú dan ejemplo. Su estrategia se enfoco en el uso inteligente de garantías y condicionalidad. El uso de garantías convierte el estado en codeudor de deudas: bajando tasas de interés, ofreciendo plazos más largos, y disminuyendo provisiones de cartera. Los chilenos ya financiaron un fondo por 8% del PIB. Las personas y empresas reciben créditos con seis meses de gracia, 24 meses de duración, e interés cero. Los peruanos montaron un fondo de garantías de 12% del PIB que resulta en créditos con 12 meses de gracia, plazos de 36 meses, y tasa de interés entre 1% y 3%. Ya es hora que Colombia anuncie algo parecido y le de una hoja de ruta.

Nadie esta pidiendo apoyos como EE.UU. de más de 20% del PIB, sino iniciativas parecidas a Perú y Chile. Claramente el actual programa de Colombia de 1,5% del PIB es insuficiente. Las desviaciones temporales de la regla fiscal para afrontar una crisis son permitidas cuando hay condiciones extraordinarias, el covid-19 cumple requisitos. Ponerse austero durante las crisis, las hace más profundas, como en la gran depresión o en Colombia en los 90s. Es el momento de utilizar la fortaleza del Estado.

Eso si, los altos riesgos de corrupción e incapacidad de perfilar riesgo, han hecho que los gobiernos sean ineficientes otorgando créditos. Por ende, si se va a utilizar el sector financiero hay que pintarle la cancha. No se puede seguir dando beneficios sin exigir nada a cambio, las garantías deben ser condicionadas a entrega de créditos de bajo costo. Hasta ahora, el Gobierno ha dicho que da garantías exclusivamente para capital de trabajo de Pyme y no pide menores tasas de interés, óptica que resulta incompleta. Si Crepes & Wafles necesitara ayuda con su nómina de 14.000 madres cabeza de familia, en serio la van a dejar quebrar? ¿Solo porque su éxito la hizo más grande que Pyme? Francamente, si esto es un mensaje de equidad no lo entiendo. Se puede seguir priorizando las Pyme, pero se puede graduar el nivel de garantía con otros criterios como la prestación de servicios esenciales, intensidad de mano de obra o magnitud de caída de ingresos. Además, no todo puede ser para empresas debe existir una ayuda especial para hogares.

La reciente capitalización del Fondo Nacional de Garantías por $3,7 billones se quedó corta. Solo la cartera Pyme son $50 billones, Micro $15 billones, e Hipotecaria $80 billones. En este momento de crisis el fondo permite apalancarse ocho veces por peso invertido, un multiplicador poderoso para hace rendir los recursos públicos en este momento de estrechez. Si inyectáramos 2% del PIB en este fondo, podríamos ofrecer garantías de crédito cercanas a $160 billones. Esta intervención podría frenar el efecto domino que desencadena una ola de quiebras cuya principalmente víctima son los hogares.

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