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ANALISTAS 09/05/2025

Repunte de vivienda

Sergio Mutis Caballero
Presidente Grupo Valor

Ciertos factores han dado un respiro al sector inmobiliario, aunque persisten nubarrones para una recuperación sostenida. El ahorro de los hogares repuntó en 2024. La inflación y las tasas de interés cedieron, lo que permitió reactivar inversiones en vivienda, especialmente con fines de renta. La valorización sigue siendo un incentivo. Sin embargo, el entorno político y fiscal continúa frágil, y la inestabilidad de las políticas para la adquisición de vivienda, especialmente social, alimenta la incertidumbre. Hay administraciones locales que atenúan esta dificultad.

La construcción es mucho más que pegar ladrillos. Su encadenamiento con 92 subsectores le otorga un peso estratégico en la economía. Genera 1,55 millones de empleos directos y mueve buena parte de la industria, el comercio, el transporte y los servicios financieros, profesionales e inmobiliarios. Al considerar su efecto completo, puede representar más de 20% del PIB. No obstante, hoy no recibe el reconocimiento ni la atención que merece como motor estructural de desarrollo.

Pese a su impacto, el sector de la construcción atraviesa un proceso de ajuste. Desde 2022, las preventas de vivienda nueva se desplomaron y los lanzamientos cayeron aún más. En 2025 hay señales de una recuperación gradual, pero con una estructura distinta. La VIS ha perdido participación en la oferta, aunque 70% de la demanda sigue concentrada en vivienda social. La ecuación está desbalanceada y el déficit habitacional crece. La informalidad también.

El arriendo ha ganado protagonismo. Según el Dane, hoy hay más hogares arrendatarios que propietarios. El mercado de alquiler supera los $60 billones anuales. Colombia lidera en América Latina en proporción de hogares en arriendo, impulsado por la Ley 820 de 2003, la informalidad laboral, el auge del turismo residencial y la contracción en la construcción formal. Comprar vivienda para rentar se ha vuelto una estrategia.

La presión sobre los precios persiste. La oferta de vivienda usada para venta y arriendo es escasa. Con menos unidades disponibles, los precios del arriendo han subido por encima de la inflación durante dos años. Aunque los costos de construcción se moderaron y las tasas de interés mejoraron, el ingreso familiar (con hogares de 2,9 personas en promedio) sigue siendo la principal barrera para comprar vivienda.

Las remesas se consolidaron como un factor determinante. En 2024 superaron los US$11.800 millones. Un 7,3% de las ventas de vivienda nueva corresponden a colombianos no residentes. En Quindío, Magdalena, Risaralda y Antioquia, ese porcentaje supera 10%. A esto se suma el aporte de remesas a familiares que adquieren vivienda en el país. Las remesas no solo son soporte de consumo sino de inversión.

La prospectiva para el sector es cautamente positiva. Las preventas podrán crecer del orden de 10% en 2025 y 12% en 2026, con mejor desempeño en el segmento No VIS. Crece la vivienda sostenible certificada. Las tasas seguirán bajando, pero en una trayectoria prudente. El nuevo ciclo no se medirá solo en metros cuadrados, sino en su capacidad para adaptarse a un consumidor más informado y más patrimonial.

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