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Analistas 13/12/2021

Crecimiento potencial, recaudo IVA y fiestas fiscales

Sergio Clavijo
Prof. de la Universidad de los Andes

La expansión de la economía colombiana a ritmos del 10% anual durante enero-septiembre del 2021 ha sido una buena noticia y ella ha estado cerca de unos 3 pps arriba de los pronósticos de inicios de este año, cuando pensábamos que tocaría esperar al 2022 para superar los niveles del PIB-real del 2019. Sin embargo, el desempleo ha continuado promediando un 14% en lo corrido del año y solo para finales de este año se avizora una ligera disminución hacia un penoso 12% de desempleo a nivel nacional debido a los serios problemas estructurales de nuestro mercado laboral.

Nuestro PIB-real bien podría alcanzar este año 2021 un acumulado de expansión cercano a ese 10%, con lo cual el ritmo promedio de crecimiento habría sido 1,5% anual durante 2020-2021. Claramente esta cifra revela que se trata principalmente de un fenómeno de rebote estadístico y sobre la cual no cabe hacer mayores fiestas, aunque indudablemente ello nos debe dar ánimo para perseverar en las tareas estructurales.

En efecto, esas cifras implican que la expansión del PIB-real per-cápita ha estado prácticamente estancada durante estos difíciles años 2020-2021 y por ello estamos lejos del histórico 2% real de crecimiento per-cápita (en dólares) de las últimas tres décadas. De hecho, la expansión en dólares per-cápita de Colombia ha sido negativa en -1% en promedio anual durante el quinquenio 2018-2021 debido a la combinación de ese lento crecimiento y la marcada devaluación real peso-dólar que acumula una caída del 50% desde que se inició la reversión en los términos de intercambio en 2015.

Así, las preocupaciones centrales de la nueva Administración de 2022-2026 tendrán que ver con la forma de promover la inversión productiva para elevar la relación Inversión/PIB del pobre 19% observado en lo corrido del 2021 (ver gráfico) hacia el 30% y regresar siquiera a un crecimiento potencial del 3% por año. Las cifras recientes indican una alta probabilidad de desaceleración estructural hacia un crecimiento potencial de solo 2,5% anual, replicándose en Colombia el agotamiento del modelo, tal como viene ocurriendo en Brasil.

Por supuesto que la solución no está en dar un salto al vacío abandonando prematuramente el sector minero-energético, como irresponsablemente lo viene pregonando el candidato populista Petro. Lo requerido es impulsar las reformas estructurales (fiscal, laboral y pensional) que logren el doble propósito de volvernos más competitivos a nivel global y evitar el explosivo escalamiento de la relación Deuda/PIB del 65% hacia el 80%, como ocurriría en ausencia de acciones profundas.

Preocupa que la saliente Administración Duque ande de fiestas fiscales, creyendo que el tema de recaudo tributario se arreglara por si solo tras haberlo perforado seriamente por cuenta de la falsa “confianza inversionista” del 2018 y solo parcialmente corregida en la forzada reforma tributaria del pasado septiembre. Recordemos que en su mejor año de desempeño la presión tributaria de gobierno central tan solo alcanzaba un 14% del PIB y la total nacional (neta de contribuciones en seguridad social) llegaba al 17% del PIB, registrando al menos 2 pps del PIB por debajo de la media regional.

Luce entonces irresponsable estar celebrando el tercer día de fiesta sin IVA, sacrificando recaudo por cerca de 0,2% del PIB en 2021 (a razón de un 10% de menor tasa efectiva del IVA respecto del 19%). Esta es una pérdida significativa de recaudo si se tiene en cuenta que la reforma de septiembre tan solo estará mejorando la posición fiscal (neta de nuevo gasto) en 0,5% del PIB. Esas compras corresponden a simples adelantos estratégicos de un consumidor hábil que aprovecha la torpeza fiscal. En el mundo desarrollado ya se han desmontado esos días sin IVA, pues finalmente entendieron que eran costosas fiestas fiscales que no añadían nada diferente a la perforación fiscal, siendo emblemático el desmonte de ellos en Italia precisamente por sus afugias fiscales.

De la misma manera que el crecimiento del 10% en 2021 poco aporta a entender el problema del estancamiento secular de nuestro PIB-real (según lo arriba explicado), las fiestas IVA empañan el grave problema de recaudo tributario que tiene Colombia con: i) la perforación de la tasa general del IVA, lo cual explica porque su tasa efectiva es solo del 9% en Colombia frente a la nominal general del 19%; y ii) las deficiencias en control de evasión-elusión de la Dian, lo cual explica porque su aporte en gestión es tan bajo como 0.3% del PIB anual y de allí esa baja presión tributaria, según la propia Ocde (2019, “Tax Administration”).

Y, como remate de fiestas, el establecimiento celebra también que esos días estén escondiendo la verdadera temperatura inflacionaria. En octubre esos días sin IVA evitaron que la inflación anual superara el 5% anual, pero al corte de noviembre se elevó hacia el 5,3%. Esperemos que el Banco de la República sí esté atento a estos problemas estructurales, pues es evidente que la mezcla de rebote en la demanda agregada con choques de oferta provenientes de energéticos y problemas en las cadenas productivas arriesgan con desbordes que ya han requerido elevar la repo del 1.75% hacia el 2,5% en este 2021 y seguramente deberá el BR llevarla hacia el 5% en 2022.

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